El profesor y ensayista californiano Edward Feser (Estados Unidos 1968) dedica su último tratado en castellano a combatir, al más puro estilo de don quijote (eso sí, sin un equilibrante Sancho Panza) contra todos los molinos de viento que giran constantemente a su alrededor en el mundo cultural donde se mueve: un revuelo constante, inquietante y verdaderamente perturbador.
Indudablemente nuestro autor pierde la paciencia innumerables veces a lo largo de su libro, por lo que el trabajo muchas veces parece un discurso intolerante y dogmático, lógicamente, por puro afán de dar ideas claras al cristiano desorientado y poco formado. Incluso el tono parece duro, como si realmente estuviera harto de enfrentarse a personas que “no piensan”, ni aportan nuevas ideas al debate actual sino que solo desprecian la razón y al adversario.
Tengo que reconocer que en Europa no estamos acostumbrados a un combate tan crudo y falto de tolerancia hacia el adversario. Hasta tal punto llegó la cuestión que estuve a punto de abandonar la lectura a pesar de poseer un índice verdaderamente interesante. En cualquier caso, terminada la introducción, el libro se serena en un esfuerzo por fundamentar más las respuestas. El hecho es que al sosegarse el tono del discurso el lector advierte que puede aprender, si aguanta, no solo los temas que están actualmente en el debate cultural y religioso en Estados Unidos e Inglaterra, sino también conocer de primera mano los grandes autores de esos lugares.
Efectivamente, según se avanza en el tratado y el autor, ya en positivo, empieza a desgranar pausadamente sus argumentos, tomados en su mayoría del pensamiento clásico, mejora la percepción del trabajo.
De todas formas, desearía avisar al lector que se aventure a leer este trabajo que periódicamente nuestro profesor volverá a las andadas y sacudirá grandes mazazos o fuertes invectivas contra sus oponentes de un modo tan contundente que nunca logrará acostumbrarse.
Indudablemente, nos recuerda que los filósofos griegos de la antigüedad son profundamente teístas y están abiertos a lo sobrenatural (25), incluso la teoría de las formas de Platón demuestra que la verdadera realidad está muchas veces más allá de los sentidos internos y externos (68). El primer mundo lo tocamos y el segundo lo conocemos (69).
El profesor Feser demuestra que conoce bien a Santo Tomás y recuerda que la escolástica habitualmente posee un talante respetuoso con la razón y, además, sabe, como hace Santo Tomás en la Suma, rebatir los puntos fuertes de su adversario y no los débiles. Por contraste los nominalistas nunca lograron superar el callejón sin salida en el que se introdujeron al negar los universales (82).
José Carlos Martín de la Hoz
Edward Feser, La última superstición. Una refutación del Nuevo Ateísmo, ediciones Coriesu, Toledo 2022, 401 pp.