La unidad de la Iglesia

 

Cuando Alemania recuperó la paz y la libertad después del paso de las tropas revolucionarias de Napoleón, las aguas volvieron a su cauce, las universidades abrieron sus puertas y las gentes volvieron a sus quehaceres. Enseguida llegó el romanticismo y la necesidad para la Iglesia católica de presentar un cristianismo en diálogo fe y razón, una escolástica renovada frente a la ilustración y el racionalismo. De hecho, el poeta Lessing había atacado a la fe católica por la Providencia, la Revelación y la Resurrección.

Precisamente la escuela de Tubinga pasará a la historia por la defensa de la unidad de la Iglesia, del primado de Pedro y del colegio en la unidad de la fe, como muestra toda la polémica arriana de los primeros siglos.

Johann Adam Möhler (Igersheim 1796-Munich 1838). Sacerdote católico, estudió filosofía y teología en Ellwangen y en la Universidad de Tubinga (1817). Doctor en 1828. Profesor de Historia de la Iglesia en Tubinga hasta 1835 que se trasladó a Munich donde falleció tres años después.

Benedicto XVI le llamaba “El gran renovador de la teología católica después de la desolación de la Ilustración” (Ratzinger, Iglesia, ecumenismo y política, ed. BAC, Madrid 1987, p.7).

Möhler comienza su andadura magisterial en Tubinga en 1823. Los siguientes quince años con el trabajo y la inspiración del Espíritu Santo lograron el cambio. Cuando llegue a Múnich para los últimos tres años de su vida la gran renovación está hecha.

El trabajo de Möhler orientó histórica y teológicamente las respuestas a los problemas de su tiempo: la unidad de la Iglesia, el celibato sacerdotal, el primado del papa etc., pues había descubierto en los Padres de la Iglesia un cristianismo vivo y pleno.

Möhler es una manifestación de quien vuelve a las fuentes encuentra el camino de la renovación y de la perenne juventud de la fe. Precisamente en el tratado sobre la unidad De la Iglesia y los lapsi publicado por san Cipriano en el año 250 descubre la "vida de comunión como el elemento interior de la Iglesia” (39).

Es interesante que el libro por Möhler sobre la Unidad de la Iglesia comienza recordando que fue el Espíritu Santo en Cesarea de Filipo quien inspiró a san Pedro para su profesión de fe en la divinidad de Jesucristo. De ese modo Möhler va a recordar que la unidad es un don del Espíritu Santo y que Él construirá la unidad de la Iglesia en cada cristiano (Parte I, cap. 1, & 1) (99).  Asimismo, para remachar, recodará las palabras de san clemente Romano en su epístola a los de Corinto: “a qué viene entre vosotros reyertas y banderías ¿es que no tenemos un solo Dios, un solo Cristo, un solo Espíritu Santo?” (98).

Añade enseguida: “nosotros guardamos la fe recibida De la Iglesia, don que es del Espíritu Santo; esa Fe puede compararse a una joya preciosa o a un bello estuche, una joya que se rejuvenece a sí misma y al estuche que la contiene” (Parte I, cap. 1, &2, p.101).

José Carlos Martín de la Hoz

J. A. Adam Möhler, La unidad de la Iglesia, ed. Eunate, Pamplona 1996, 494 pp.