La velocidad del pensamiento

 

El ensayista y profesor francés André Comte-Sponville (París 1952) acaba de reeditar un trabajo recopilatorio provenientes de artículos, conferencias y mesas redondas acerca de la importancia de consensuar una ética de los negocios que facilite el desarrollo y madurez de los profesionales y, consecuentemente, una verdadera búsqueda conjunta del bien común en la sociedad de nuestro tiempo.

En primer lugar, conviene señalar cómo han cambiado muchas de las apreciaciones vertidas en este trabajo, pues efectivamente si hace veinte años reflejaban bastante acertadamente la actitud y comportamiento de la mayoría de los profesionales de la civilización occidental, actualmente no es así.

Desgraciadamente, han cambiado tantos mucho de los parámetros reflejados en este ensayo que el libro ya solo conserva el valor de la historia de las ideas, es decir, para reconocer posiciones que actualmente están obsoletas y solo unas pocas continúan siendo del acervo común. El mundo cultural de la revolución del 68 (32, 34, 44), como la moral kantiana (46, 65) ya no son las imperantes en la actualidad

Evidentemente, en esto radica el gran éxito de la llamada escuela de Salamanca que se impuso en el siglo XVI en España y en otros muchos lugares de Europa y, por supuesto, en los territorios americanos. Las luces aportadas contribuyeron a crear la primera globalización del marcado europeo con la unión de todas las ferias gracias a la paz y limpieza de los caminos mientras gobernaron Europa, aquella tripleta: Carlos V, Felipe II y Felipe III y, en gran medida, siguen iluminando las grandes orientaciones de la economía de mercado.

La clave filosófica y teológica la formularon como “el sentir común de los mercaderes cristianos”, por ejemplo, para definir el precio justo, el pago por la comisión al obtener un préstamo o un contrato. Es decir, personas de diversas latitudes que tenían en común regirse por las leyes de las Partidas, es decir el derecho Romano aplicado al siglo y que deseaban trabajar coherentemente con el evangelio, salvar su alma, sacar adelante a su familia y servir al país, en ese orden mental y espiritual.

Indudablemente, para el profesor André Comte-Sponville, ser honrado y contribuir al desarrollo de la sociedad es obrar moralmente bien y en esto consiste exactamente su propuesta: crear una ética de los negocios general que facilite que los hombres y mujeres de nuestra civilización occidental podamos dormir con la conciencia tranquila y contribuyamos a que el resto del plantea tenga un punto de referencia y la madurez de la coherencia personal y colectiva (124).

Indudablemente, existen muchas raíces cristianas y humanas en Europa que siguen influyendo, especialmente la dignidad de la persona humana, la hipoteca social de la propiedad, la solidaridad, el desarrollo sostenible, la ecología de la creación, y tantos conceptos que la doctrina social de la Iglesia de san Juan Pablo II ha dejado sembradas en la civilización occidental (124). Algunas de estas cuestiones aparecen en el trabajo y otras podrían deducirse y, seguramente, formarán parte de esa nueva ética (130).

José Carlos Martín de la Hoz

André Comte-Sponville, El capitalismo, ¿Es moral?, Paidós, Barcelona, 2022, 214 pp.