La verdad de la criatura

 

Enfrentarse abiertamente con la cuestión de la verdad en Dios es siempre una tarea inmensamente gratificante, pues Él es inmutable, sapientísimo, la suma verdad y belleza sin límites.

Mas mérito tiene, hacer como el profesor Gómez, que escribe sobre la verdad mudable del hombre en la era de la posverdad, como reza el título del libro que deseamos comentar. En realidad, es un ejercicio de verdadera lógica, pues se quiera o no, siempre estará delante de nuestros ojos la afirmación con la que Balmes comenzaba el criterio: “la verdad es la realidad de las cosas”.

Indudablemente, Dios es eterno, la verdad de Dios es eterna como infinita su belleza como absoluta su bondad. Lógicamente, hemos de volver a los trascendentales y al sentido de la trascendencia, a la filosofía del límite, a la santidad de Dios y a su participación en las criaturas (43).

Es muy importante lo que sucede en la criatura cuando se separa de Dios: “El ser dejado a si mismo, se derramada hacia la nada, se va deslizando y perdiendo a lo largo del camino, hasta caer en el abismo de la nada” (44),

Precisamente, el maestro Eckhart, también dominico, aprecia en esta realidad de la decadencia del hombre, una verdad de un gran valor: la santidad es el fruto de la nada, pues una vez que nos desprendemos de nuestro yo para aferrarnos a Dios entonces comienza la verdad. Es real que la verdad está en el entendimiento, pero también, para Eckhart la verdad está en el corazón

De hecho, el profesor Gómez Pérez nos hace ver que para Santo Tomás, la estructura del libro de las sentencias de Pedro Lombardo “no es todo lo claro y pedagógico que podría esperarse, Es entonces cuando nacerá en Tomás la idea de empezar la Suma teológica” (46).

Santo Tomás al terminar los estudios de bachiller sentenciario afronta la tarea que tiene por delante: alumbrar las mentes de sus alumnos y abrir caminos de verdad en la teología sistemática: “la filosofía no trata de lo que opinan los hombres, sino de la verdad de las cosas” (47).

Muchos años de docencia y de estudio y de meditación de la revelación hará exclamar a santo Tomás: “es propio del ser humano avanzar poco a poco en el conocimiento de la verdad” (75).

Enseguida añadirá algo que podemos pensar que es fruto de la humildad, pero también hemos de considerar que es intrínseco al amor y a la naturaleza propia de la verdad que estamos meditando y considerando con santo Tomás cuando afirma: “es indispensable para progresar en la verdad comprender y querer a todos los que de alguna manera trabajan por ella” (76).

José Carlos Martin de la Hoz

Rafael Gómez Pérez, La verdad en los tiempos de la posverdad, Rialp, Madrid 2020, 196 pp.