Las herejías en la historia



La aparición, en estos días del trabajo del Profesor
Mitre, catedrático de
la
Universidad Complutense
de Madrid y uno de los medievalistas más prestigiosos de nuestro país,
sobre la herejía, conviene ser reseñado más ampliamente. Se trata de uno de los pocos autores que se han adentrado con
soltura en el campo de la historia y de
la
teología. En
esta
ocasión afronta la cuestión de la herejía desde el ángulo del poder civil, en
un serio y documentado trabajo. En primer lugar recoge el texto del Edicto de
Milán, dado por Constantino, poco después del año 313: "regular, en primer
lugar, entre los demás asuntos, que según nosotros, beneficiarían a la mayoría,
lo relativo a la reverencia debida a la divinidad: a saber, conceder a los
cristianos y a todos los demás, la facultad de practicar libremente la religión
que cada uno desease, con la finalidad de que todo lo que hay de divino en la
sede celestial se mostrase favorable y propicio tanto a nosotros como a todos
los que están bajo nuestra autoridad" (tomado de Lactancio,
de la muerte de los perseguidores, ed. R.Teja, Madrid 1982, p.203).


Con el avance imparable de los cristianos, cuyos miles de
mártires, apenas es mencionado por el autor, pero que fueron la semilla para la
extensión de la fe, se fue llegando, poco a poco, a la cristianización del
Imperio. Por eso, paginas después dirá: "La cristianización del Imperio, por la
vía, ya de la ortodoxia, ya de la herejía, convertía el problema cristológico en asunto de Estado" (p.22). En efecto, las
herejías cristológicas fueron la gran prueba para la Iglesia, tanto por su
extensión, como por su categoría intelectual y sus amplias ramificaciones
(p.17). Pero, finalmente, terminó por constituirse la unidad cristiana de
occidente (p.36). Por eso, entre otras cosas, al hereje no se le consideraba
pagano, sino perjuro (p.74).


El Profesor Mitre, constata como los primeros cristianos,
y sus gobernantes evitaron la violencia contra el hereje: "El primitivo
cristianismo había sido hostil a la pena de muerte y los monjes eran opuestos
incluso a su aplicación a los ladrones" (p.11), lo que confirma siglos después Pedro
el Venerable, que se cuestionaba el recurso a la violencia, y prefería la
caridad, y el ejercicio de la autoridad y de la razón (p.77). Como también
recoge el Corpus Iuris Canonici.
Un asunto que abordaremos otro día.


Las luchas con los emperadores para solucionar el
problema de las investiduras, y alcanzar la libertad de la Iglesia son
abundantemente señalas en este trabajo (pp.72-74). Así como la pugna entre el
poder civil y espiritual hasta el final del medioevo (pp.120-150).


Finalmente, se detiene el Profesor Mitre a estudiar el origen
de la persecución de la herejía oculta, con el problema del catarismo
y la fundamentación canónica de la Inquisición en el Mediodía francés
(pp.80-95). Es conveniente subrayar como no cae en la superficialidad actual,
donde el catarismo es magnificado en tantas novelas pesudohistóricas. La afirmación de Le Goff,
libre de sospechas clericales, que toma, es clara: "el triunfo del catarismo hubiera supuesto la imposición en el occidente de
algo muy parecido a un cerrado integrismo"(p.XVI).



José Carlos Martín de la Hoz




Emilio Mitre Fernández, Iglesia, herejía y vida política en la Europa Medieval, BAC 2007


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