Las raíces cristianas de nuestra historia

 

El ilustre profesor y catedrático emérito, Josemaría Revuelta Somalo, ha tenido la amabilidad de enviarme su obra definitiva sobre “Los Jerónimos” que acaba de terminar de redactar. En ella recoge la investigación de toda una larga vida profesional y el decantado de su pensamiento al respecto.

Comenzaremos por resaltar que hacía falta una obra de este tamaño y calidad sobre la orden religiosa más española y monárquica. En efecto, los jerónimos son indudablemente parte importante del afán evangelizador de nuestros monarcas, especialmente en los siglos XV y XVI.

Como sabemos muy bien, la historia se hace con documentos y, en este caso, podemos prácticamente confirmar que con todos los documentos. Pero también la historia se hace con buenos análisis de la documentación encontrada. Para eso es capital conocer bien el contexto y así poder interpretar adecuadamente la información, de manera fidedigna y autentica.

A la vez, es capital saber extraer conclusiones de los documentos y ordenar las ideas para exponerlas con rigor y brevedad. Indudablemente, también el exceso de detalle y de datos puede hacer perder al lector el hilo de la narración e impedir, en este caso, trasmitir la fuerza del carisma.

Indudablemente, en esta obra se muestran los dones divinos, el grado de santidad de aquellos monjes que no se preocupaban por dejar escritos los frutos de su trabajo pues solo vivían para Dios y para las almas. También, aparecen las debilidades de la mala administración de las tierras por parte de los abades, pues reflejan una parte de debilidad y otra parte de impericia o de conocimientos de la ciencia de la economía, ganadería, problemas de pastos, plagas y, sobre todo, de la economía; cambios, contratos, mercancías y mercaderes, arrendamientos y mil actividades más que aquellos abades llamados a la santidad del claustro debían aprender para ayuda a los campesinos en todas sus necesidades, sostener las tierras y alimentar a los mojes.

El profesor Revuelta y su discípulo José Luis Durán, son avezados historiadores y, por supuesto, hombres versados en la época e indudablemente dotados del sentido común necesario para interpretar la mayor masa documental reunida sobre esta orden benemérita.

La lectura de este trabajo hace mucho bien al alma, pues al meternos en el campo con sus problemas y en las circunstancias que debieron afrontar los jerónimos en la vida monacal de comunidad y de intensa alabanza a Dios, se aprende cómo la gracia de Dios es eficaz y la providencia ordinaria de Dios actúa maravillosamente. Evidentemente, hay problemas y miserias en el actuar de los hombres y en este trabajo se señalan, pero es mucho más lo positivo que lo negativo.

Lógicamente, en una obra tan voluminosa y escrupulosamente redactada como la que estamos reseñando, puede haber algunas erratas y, de hecho, hay algunas, pero hemos de señalar que de pequeña cuantía. En cualquier caso, la obra es digna y bien terminada.

José Carlos Martín de la Hoz