Lev Shestov critica a Kant

 

El comienzo del siglo XX fue un momento de una intensa densidad de pensamiento en Europa como mostrará en sentido negativo las dos grandes guerras mundiales que la asolaron poco tiempo después.

Parte importante de esos desequilibrios son la eclosión y pugna de las ideologías, es decir, de los sistemas cerrados de pensamiento para explicar la realidad que entran en liza entre ellos. Asimismo, es gran interés descubrir las relaciones de estos pensadores con los grandes acontecimientos del siglo y de los encuentros y sinergias que desarrollaron entre sí.

Finalmente, hay que aludir a los desplazamientos que suceden, como es el caso de la vida y la obra del filósofo judío Lev Shestov (1866-1938), quien fue un brillante autor existencialista ruso exiliado en Paris.

Shestov, en su época rusa, tanto en Moscú como Kiev, dedicó mucho tiempo al estudio de Nietzsche Tolstoi y Dostoyevski. Precisamente en 1905, escribió esta Apoteosis de lo infundado, editado por primera vez en castellano en el 2015 y que deseamos comentar brevemente. Posteriormente, en 1920, se exilió a Francia donde descubrió a Pascal y Plotino, y a Kierkegaard. Su gran obra escrita en esa época es “Atenas y Jerusalén” (1937), publicada en Paris, sobre las relaciones fe y razón. Finalmente, avanzará en el conocimiento del existencialismo a través de la fenomenología de Husserl, a quien conoció en 1926 y, finalmente, conocerá a Heidegger.

Precisamente, en “Apoteosis de lo infundado” intentará un trabajo adogmático, pues de entrada deseaba conservar “la libertad de pensamiento” (14). La acusación a Kant refleja su visión del sistema: sencillamente lo califica de sobrehumano y le aconseja que descanse y reconozca la imposibilidad del objetivo que se había trazado: “En el alma del hombre mediocre surge sólo el deseo de conservar su influencia sobre las personas hasta el final de sus días” (I, 4, p.33). Enseguida añadirá: “Las leyes de Dios son irrevocables: en el paraíso se permite todo, excepto la curiosidad; incluso el trabajo, bien que allí no sea obligatorio, ya que en rigor se reserva a los expulsados del paraíso” (I,7, p. 35)

La crítica a Kant es aquí clara: “Desde que Kant logró convencer a los filósofos de que el mundo de los fenómenos es algo muy distinto de la verdadera realidad, y que incluso nuestra propia existencia no es la verdadera existencia, sino solo la manifestación visible de una sustancia misteriosa y desconocida, la filosofía se ha atascado en una nueva vía y no se siente con fuerzas para apartarse siquiera un milímetro del camino trazado por el gran regiomontano (…) quieras o no debes meter la cabeza en el yugo de la teoría del conocimiento” (II, 17, p. 145) Y añade: “La contraposición entre el mundo de los fenómenos y la cosa en si es un supuesto de la razón, así como la teoría del conocimiento derivada de este; por tanto, el espíritu amante de la libertad tenía desde un comienzo todos los fundamentos para obstinarse y no moverse de su sitio” (II, 17, p.146).

José Carlos Martín de la Hoz

Lev Shestov, Apoteosis de lo infundado, Hermida editores, Madrid 2015, 192  pp.