En los procesos de beatificación y canonización se distingue entre la fase diocesana y la romana. En la primera el objetivo es recoger en forma de documentos, escritos y testimonios toda la información que se pueda recabar acerca de la vida, virtudes y fama de santidad y favores de un Siervo de Dios. En la fase romana, se trata de compendiar la vida, virtudes y fama de santidad en un volumen llamado “Positio”, de unas 500 páginas, que pueda ser objeto de estudio sereno y profundo por parte de los consultores pertinentes de modo que puedan llegar a la convicción moral de que ese Siervo de Dios puede ser nombrado Venerable Siervo de Dios y propuesto como modelo e intercesor privado al Pueblo de Dios.
Para poder realizar la “positio” o resumen de la vida, virtudes y fama de santidad de un Siervo de Dios de modo que los consultores del Dicasterio de las Causas de los Santos puedan tener el material necesario para proponer un dictamen, sólo hay un camino: descubrir con la ayuda del espíritu Santo una línea de fuerza o una idea motriz. Esa línea de fuerza debe poder integrar la abundante información recabada de los testigos del proceso, de los documentos recogidos y sobre todo de sus escritos tanto inéditos como publicados, especialmente las cartas donde tantas veces quedan reflejados los retazos del alma.
Pensaba en esto cuando leía el apasionante perfil biográfico del sacerdote claretiano José María Solé Romá (1913-1992), redactado por José María Montiú de Nuix (Cervera 19860), canónigo de la catedral de Solsona y delegado de Causas de los Santos de la misma diócesis, quien ha logrado encontrar indudablemente para abordarlo una línea de fuerza clara y precisa; el amor del Siervo de Dios al Romano Pontífice. La línea de fuerza no fue una ocurrencia del profesor José María Montiú de Nuix, sino que en 1981 tanto el padre claretiano del que venimos hablando, como San Juan Pablo II, sufrieron un atentado. San Juan Pablo II se recuperó y continuó trabajando hasta el 2004, pero José María Solé Romá ofreció hasta su muerte las graves secuelas de su enfermedad por el santo Padre: “once años de sacrificio martirial”.
Es conmovedor que las raíces familiares de José María Solé Romá se centrarán en Miralcamp, comarca de la Plana de Urgel, provincia de Lérida, lo cual le da una importancia capital para las Causa de los Santos pues es importante proponer modelos e intercesores entre los santos “de la puerta de al lado” como señaló el papa Francisco (17). También los primeros estudios los hizo en su pueblo (28), entre sacerdotes santos mártires (29). Pronto se incorporará nuestro protagonista al colegio de los claretianos de Cervera (34), y a Vic en 1938 para empezar propiamente el noviciado (41). Fue ordenado sacerdote en Barbastro el 19 abril de 1936 (48). La guerra civil la pasó escondido en el Pirineo Leridano (57). Finalmente fue encarcelado, sometido a trabajos forzados para, finalmente, quedar en libertad el 5 de mayo de 1939 (68). Es importante señalar su larga vida de dedicación a las tareas pastorales siempre ofreciendo su vida por el Papa.
José Carlos Martín de la Hoz
José María Montiú de Nuix, José María Solé Roma CMF, Amazón, 209, 232 pp.