El famoso filósofo Isaiah Berlin (Riga 1909-Londres 1977), dedicó algunas de sus conferencias a la figura de Augusto Comte y, sobre todo, a su concepto de la sociología de la historia como su fueran las ciencias naturales, es decir, verdaderamente sometida a leyes naturales y determinadas (15).
De esas conferencias proceden otras obras, más amplias, acerca del determinismo histórico o la famosa historia cíclica de los griegos o el concepto de decadencia de los romanos que solo podría afectar a la realidad física de los hombres sino también a la realidad sociológica de las culturas y civilizaciones.
Anotamos algunas cuestiones de interés al respecto, pues el equilibrio entre la libertad y las leyes causales es para el profesor Berlin una materia gris sobre la que merece la pena investigar más detenidamente: “esto es a mi juicio, lo que niegan virtualmente aquellos historiadores y sociólogos que, imbuidos de determinismo metafísico o científico, creen correcto afirmar que, en último análisis, como les gusta decir, todo se reduce a los efectos de la clase, o la raza, o la civilización, o la estructura social” (60).
Esto es muy interesante y le llevará a nuestro autor a “enfatizar que el ámbito de la libertad humana y por ende de la responsabilidad es mucho más limitado de lo que se creía durante las épocas de la ignorancia científica, nos han enseñado muchas lecciones admirables de moderación y humildad” (61).
Los sociólogos de hoy nos aconsejan que “cuando examinemos de forma escrupulosa la textura y el patrón de esta o aquella vida, no buscaremos apresurada y ciegamente condenar ni castigar; pues veremos que este o aquel hombre se vio obligado a actuar de esta o aquella manera por ignorancia, pobreza o algún otro defecto moral, intelectual o físico y entonces no culparemos a ese hombre más de que culparíamos a un objeto de la naturaleza; y puesto que es axiomático que no podemos actuar según nuestro conocimiento y, a la vez, lamentar el resultado, entonces podemos, y al final lograremos, hacer que los hombres sean buenos, justos, felices y sabios” (80).
Ciertamente la comprensión, la paciencia y el prudente juicio sobre nuestras acciones y las de quienes nos rodean nos ayudarán a valorar más la libertad personal, la formación recibida y nos llevará a conceder siempre una nueva oportunidad a nuestros amigos.
Antes de terminará recojamos una afirmación sobre Los historiadores cristianos, de nuestro autor: “ven a los hombres como criaturas débiles que andan a tientas en la oscuridad, que saben muy poco sobre cómo sucedieron las cosas, sobre qué es lo que, en la historia, causa inexorablemente qué, sobre cómo podrían haber resultado dichas cosas de no ser por este o aquel hecho o situación apenas perceptible, casi imposible de rastrear” (86).
José Carlos Martín de la Hoz
Isaiah Berlin, La inevitabilidad en la historia, Página indómita, Barcelona 2025, 152 pp.