Mientras leía el libro El hombre en busca de sentido, de Viktor Frankl (1905-1997), me preguntaba -sin éxito- por el significado de la logoterapia, la técnica terapéutica desarrollada por él. Logos es un término griego que se traduce como palabra, concepto, pero esto no aclara mucho. El autor lo explica en un libro posterior, En el principio era el sentido: En el contexto de la logoterapia logos significa sentido (pág.11), la búsqueda del sentido de la vida de aquel que padece un vacío existencial, un sentimiento de frustración ante la vida.

La crisis existencial le puede llegar al hombre (y a la mujer, claro está) a través del placer y a través del dolor. El disfrute, cualquier disfrute, tiene su límite; comer tiene un momento más allá del cual no produce satisfacción, igualmente el dinero, el sexo, el mismo trabajo, más allá de un punto resultan insatisfactorios, incluso dañinos. El sujeto puede preguntarse ¿qué sentido tiene lo que hago? ¿es adecuado para llenar mi vida? Igualmente ocurre cuando llegan el dolor, la enfermedad o la frustración -un despido, un matrimonio que se rompe o la muerte de un ser querido-, el sujeto puede preguntarse ¿tiene sentido mi vida con privaciones, dolor o enfermedad? La tentación puede ser llenar ese vacío con las drogas, el alcohol e incluso plantearse el suicidio.

En El hombre en busca de sentido, Frankl narra cómo fue capaz de conservar el sentido de su vida en Auschwitz, el campo de exterminio para judíos en la Segunda Guerra Mundial. Muchos de los allí internados se suicidaban, incapaces de soportar el dolor físico y anímico. También hoy aumentan los suicidios en nuestras sociedades occidentales; Frankl afirma que el Estado del bienestar, buscado como un fin en sí mismo, favorece el vacío existencial, en tanto que "el hombre modesto, sencillo, casi siempre sabe qué caminos tomar para encontrar un sentido" (pág.112).

Según el autor, encontramos un sentido para nuestras vidas a través del trabajo y del amor; un trabajo que permita a la persona actuar positivamente en su entorno y un amor que le lleve a salir de sí mismo a favor de terceras personas: "La autorrealización -afirma- solo se consigue a través de la autoentrega y el autoolvido" (pág.128). Cita al doctor Albert Schweitzer cuando dijo que "las únicas personas felices que había conocido eran aquellas que se habían entregado al servicio de algo" (pág.98).

La tesis del autor es la de que "una persona que desconoce el sentido de su vida no solo es infeliz, sino que es incapaz de vivir" (pág.97), y más delante insiste: "El hombre está estructurado de tal modo que su vida es simplemente inconcebible si no tiene un sentido" (pág.110). Para el psiquiatra, el hombre no tiene ningún instinto que le diga lo que debe hacer, desconoce lo que de verdad desea -excepto ser feliz-, por eso el sentido de su vida tiene que buscarlo cada uno, en función de sus circunstancias, con libertad y responsabilidad.

Ningún animal -continúa el autor- se pregunta por el sentido de su existencia, se trata de algo específicamente humano. Cada acto humano, consciente o inconscientemente, tiene que estar guiado por una convicción de sentido, en caso contrario hablaríamos de conformismo -hacer lo que hacen todos- o de totalitarismo -hacer lo que me mandan-; ambas actitudes comportan un sentido aparente, superficial, pero pueden provocar, sobre todo en la adolescencia, una rebeldía inmotivada o el uso de los sustitutivos de la felicidad como son las drogas, el alcohol y el desprecio por la vida propia o ajena.

El autor advierte que no hay que confundir el sentido de la vida con la religión; la religión se dirige al alma y la logoterapia a la mente, la religión mira al más allá y la logoterapia busca un sentido a los actos de cada día; la logoterapia la necesitan creyentes y no creyentes; es más, Frankl advierte que "la religiosidad no es una garantía frente a una dolencia neurótica e incluso psicótica" (pág.52). Define la neurosis como "el sufrimiento del alma que no ha encontrado su sentido" (pág.17). Recomienda el autodistanciamiento -no pensar obsesivamente en sí mismo- y la autotrascendencia, poner el sentido de la vida en algo que no sea la persona misma, que pueden ser el cónyuge, los hijos, un amigo e incluso una ideología, siempre que no nos hagamos esclavos de ella.

Juan Ignacio Encabo Balbín

Viktor Frankl, El hombre en busca de sentido, Herder, 2015.
Viktor Frankl, En el principio era el sentido, Paidos, 2022.