Ediciones Trotta acaba de publicar el segundo volumen de
escritos gnosticos. El texto ha sido preparado por Francisco García Bazán. Con
este trabajo queda completa la edición de los textos Apócrifos del Evangelio en
donde apoyaban sus teorías Simón el Mago, Basílides, Valentín, Marción, etc.
Cómo es sabido, la herejía gnóstica surgió con gran fuerza en el siglo II,
perdurando en múltiples formas hasta el siglo IV. Sintéticamente se trataba de
una tergiversación del Evangelio mezclándolo con teorías filosóficas.


            Es interesante releer el extenso trabajo de San Ireneo de
Lyón, adversus haereses realizado alrededor
del 180, en donde da cuenta por extenso, tanto de esos apócrifos, como de las
teorías de los autores antes mencionados.


            La primera característica del gnosticismo es el clasismo.
Por eso, San Ireneo señala: "Me parece
que no quieren entregar manifiestamente estas enseñanzas a todo el mundo, sino
solamente a aquellos que son capaces de pagar substanciales recompensas a
cambio de tan grades misterios".
Y añade que la predicación de Jesucristo
fue universal: "Porque estas cosas no
son como aquellas de las que Nuestro Señor dijo: ‘Vosotros que habéis recibido
gratuitamente, dad también gratuitamente’ (Mt 10,8), sino misterios apartados,
prodigiosos, profundos, descubiertos con una labor inmensa a todos los amigos
de la mentira"
(I. 4,3).


            Para hacer creíble su doctrina los gnósticos mezclaban
textos falsos de
la Escritura Santa con textos verdaderos: "Transfieren y transforman y, haciendo una cosa de otra, seducen a
muchos por medio del fantasma inconsistente que se forma de las palabras del
Señor así acomodadas" ( I
.
8,1). Y, más adelante S. Ireneo lo
dice con más  claridad: "Introducen además subrepticiamente una
multitud infinita de Escrituras apócrifas y bastardas, confeccionadas por
ellos, para impresionar a los necios y a los que ignoran los escritos
auténticos"
(I. 20,1).


            Los evangelios Apócrifos no funcionaron pues el propio
pueblo cristiano los rechazó, como testifica s. Ireneo en pleno siglo II: "Así ocurre al que guarda de manera
inalterable en sí
la
‘Regla
de la Vedad’, que ha recibido por medio de su
bautismo; reconocerá los nombres, las frases y las parábolas procedentes de las
Escrituras; pero no reconocerá el sistema blasfemo inventado por éstos"
(I.9,4).


            Una nota más añade S. Ireneo acerca de estos autores y es
que se sitúan por encima de los Apóstoles: "Según Marción solamente habrá salvación para aquellas almas que hayan
aprendido sus enseñanzas
"(I. 27, 3). Y, la
consecuencia inmediata: "A partir de los
que acabamos de nombrar, han surgido múltiples ramificaciones de multitud de
sectas, por el hecho de que muchos de ellos –o por mejor decir de todos-
quieren ser unos maestros: abandonando la secta en la que estuvieron y disponiendo
una doctrina a partir de otra, después también una tercera a partir de la
precedente, se esfuerzan en enseñar de nuevo, manifestándose a sí mismos como
inventores del sistema que han construido de esta manera"
(I, 28,1).


 


José Carlos Martín de la Hoz


 


S. IRENEO DE LYON,
Adversus haereses, ed. apostolado mariano, Sevilla 1999


 


"Deja aquí tus comentarios"