Las referencias del santo Padre Francisco en su encíclica “Gaudete et exultate” (2018) a los gnósticos y a los nuevos gnósticos en la Iglesia, recuerda los intensos combates de san Ireneo de Lyon en el siglo II contra los valentinianos y los grupos gnósticos de su tiempo que buscaban primordialmente una Iglesia de élites, que rompían la Escritura y dejaban al vulgo en la oscuridad de una fe banal (43).

El profesor David Brakke, catedrático de historia de la Iglesia de la Universidad de Ohio, afronta en el trabajo que ahora presentamos, un renovado estudio sobre los gnósticos del siglo II, con un radical cambio de perspectiva: afrontará ese estudio como una secta rival de la ortodoxia.

Efectivamente, hasta ahora se la veía como una herejía del cristianismo que perdería la contienda en favor de san Ireneo (15-16) que representaba a la Iglesia ortodoxa que terminaría por imponerse en el siglo IV (21). En cualquier caso, asentará desde el principio que: ”la ortodoxia precede a la herejía” (22).

En definitiva, el autor deja de lado el sentido sobrenatural y las obligadas referencias al Espíritu Santo y su asistencia al magisterio ordinario de la Iglesia y a los hagiógrafos de la Escritura y a la fuerza de la Tradición, para convertir la confrontación entre ambas tendencias como una rivalidad resuelta de manera arbitraria que le llevaría a imponerse y eliminar al gnosticismo hasta nuestros días.

Es interesante que nuestro autor termine por afirmar: “los cristianos proto-ortodoxos obtuvieron su victoria con un arsenal de armas, que incluían la sucesión apostólica, la regla de la fe, el canon bíblico y otras similares” (25).

Paralelamente nuestro autor buscará en los textos de Ireneo, Justino y Clemente de Alejandría, la caracterización del gnosticismo en el siglo II como una “invención“ (36)  que no solo quedaría preterida sino que se bifurcaría en muchas otras sectas como se puede observar en la literatura encontrada en Nag Hamudi (31-32).

La primera conclusión de este trabajo es que efectivamente los primeros cristianos tenían más unidad y claridad de criterio de lo que se suele afirmar por parte de los presuntos expertos (47).

Asimismo, nuestro autor nos resaltará que para muchos estudiosos de esa época, el gnosticismo no sería una religión (48), estaría dividido en múltiples sectas y el origen de muchas de ella no sería cristiano (51), incluso tendría un fondo llamativamente esotérico (89).

Efectivamente, las diatribas que describe san Ireneo en su “adversus haereses” fueron muy enconadas, incluso en la sede de Pedro, en Roma, donde los combates fueron muy duros  en tiempos de Marción, pues incluso “se separó de la comunión de los demás cristianos en Roma” (207).

José Carlos Martín de la Hoz

David Brakke, Los Gnósticos. Mito, ritual y diversidad en el cristianismo primitivo, ediciones Sígueme, Salamanca 2022, 222 pp.