Los movimientos eclesiales y el carisma

En internet está todo. Encuentro dos artículos sobre las cuestiones que sirven de título a este escrito: los movimientos eclesiales y el carisma. El primero de dichos artículos es de Dom. Giussani, el fallecido fundador de Comunión y Liberación; lleva por título Los movimientos en la misión de la Iglesia, y fue publicado en 1985. El segundo es del periodista Diego Contreras, bajo el título de Juan Pablo II da el espaldarazo a los movimientos, publicado en 1998.

1.Después de leerlos, la primera conclusión a la que se llega es la de que “los nuevos movimientos en la Iglesia” no son tan nuevos, ya que alcanzaron su mayor reconocimiento durante el pontificado de san Juan Pablo II. Éste había dicho: “Desde el inicio de mi pontificado he atribuido una especial importancia al camino de los movimientos eclesiales, y he tenido ocasión de apreciar los frutos de su creciente presencia”.

Dom. Giussani escribía con ocasión de un congreso celebrado en 1981 sobre “Los movimientos en la Iglesia”, en tanto que Contreras hacía referencia a otro congreso, convocado por el Pontífice en 1998, acerca de “Los movimientos eclesiales: Comunión y misión”. Este autor acude, además, a un artículo de ese mismo año del profesor Arturo Cattaneo sobre las características de los movimientos.

2. Señala Contreras como movimientos eclesiales o nuevas realidades eclesiales no es terminología jurídica sino fenomenológica; es decir, sirve exclusivamente para designar ciertas realidades que no están definidas ni reguladas por el derecho. El autor ensaya una definición negativa de los movimientos como “todo lo que no son órdenes, congregaciones o institutos de vida consagrada, (…) y no forma parte de la estructura jerárquica de la Iglesia como son las diócesis, vicariatos, prelaturas”.

3. Es fundamental en los movimientos saber que están impulsados por el Espíritu Santo, el cual reparte sus dones para bien de la Iglesia (Lumen Gentium, n.12). El cardenal Daneels escribía en 1985: “La mayor parte de las conversiones se dan en los movimientos, mientras que nuestras estructuras clásicas parecen relegadas al papel de mantenimiento y servicios”.

El desafío que presentaban entonces los movimientos -igual que ahora- era integrar su acción en la actividad ordinaria de la Iglesia. Giussani advertía que “de ninguna manera puede concebirse esta relación entre gracia y libertad [entre Jerarquía y movimientos] en términos de alternativa dialéctica, como si la institución no fuera un carisma o el carisma no necesitara de la institución”. Por su parte, el Papa había dicho que eran “una novedad que todavía espera ser acogida y valorada de forma adecuada”.

4. Lo anterior nos lleva a preguntarnos por el carisma, ¿qué es? Carisma es la vocación cristiana orientada hacia una misión concreta. Juan Pablo II recordaba a Comunión y Liberación que su misión original había sido la evangelización de la cultura, en tanto que el Movimiento de los Focolares declaraba que su misión era la unidad, igual que para otros era el ecumenismo o la atención a los necesitados, y siempre la espiritualidad, la formación y la devoción mariana.

El Pontífice señala la importancia de construir personalidades maduras: “¡Qué necesidad hay hoy -exclamaba- de personalidades cristianas maduras, conscientes de su vocación y misión en la Iglesia y en el mundo!”. Por su parte, Giussani insistía en exigir “un método que eduque personalidades maduras”. No es ocioso señalar como las recientes denuncias de escándalos sexuales o de otra naturaleza obedecen a la falta de madurez humana y espiritual de los ofensores.

5. Contreras escribe que los movimientos son realidades en las que participan preferentemente los laicos, a lo que el profesor Cattaneo añade que responden a la llamada del Concilio Vaticano para “una revalorización del papel de los fieles laicos en la Iglesia, (…) ayudándolos a asumir la importante tarea eclesial que les corresponde”. En la actualidad, casi todos los movimientos dependen del Dicasterio para los Laicos.

Afinando más, Giussani señala que “el Papa comprende muy bien que los movimientos no son asociaciones de laicos [ya que] la presencia de sacerdotes en los movimientos no es algo accesorio”. Esta igualdad de vocación constituye una novedad que requiere de regulación jurídica. En su artículo, el profesor Cattaneo rastrea en el Código de Derecho Canónico los artículos que les pudieran ser aplicables.

6. Cattaneo, profesor de Eclesiología, profundiza en las características de los movimientos a efectos de una posible definición y señala las siguientes: a) De origen carismático, b) Para un encuentro personal con Cristo, c) Obedecen a la llamada universal a la santidad, como consecuencia del bautismo, d) Implican la promoción de los laicos y de su misión apostólica, e) De ámbito universal o transdiocesano, f) Según una variedad de formas de pertenencia y compromiso, g) En actitud positiva ante el mundo, h) Viven la comunión dentro de la Iglesia, i) Dan importancia a la espiritualidad y la formación, j) Unidos a la Iglesia y al Romano Pontífice, se distinguen por su devoción mariana.

Termino con unas palabras de Juan Pablo II al Congreso sobre los movimientos celebrado en 1981: “Son un signo de la libertad de formas en que se realiza la única Iglesia, y representan una novedad segura que todavía ha de ser adecuadamente comprendida en toda su positiva eficacia para el Reino de Dios que actúa en el hoy de la historia”.

Juan Ignacio Encabo