Hace unos días en un programa de Radio Nacional que
dirige con su maestría habitual Andrés Aberasturi, hablando de todo un poco,
salió a relucir los templarios. En ese momento comencé a decir que habría que
escribir un libro sobre ellos. Andrés me interrumpió para afirmar que hay
miles. De eso se trata: de escribir un libro donde se diga
la verdad. Hay miles de carretadas de cieno, de obras llenas de
lugares comunes, de acusaciones sin pruebas. Los templarios aparecen en la
literatura de la calle como falsarios, sicarios, ladrones, etc.


Este es un punto interesante pues ejemplifica todo un
modo de hacer cultura, que puede llegar a la mass
media, pero que hunde a toda una civilización. Se habla por hablar, se hacen
clichés y se difunden.


Esta situación recuerda a los famosos libros de viajes
del siglo XVIII, cuando algunos intelectuales decían que se iban de viaje
"allende los mares", cuando en realidad se quedaban en su casa escondidos, y
"regresaban" con un libro bajo el brazo. Curiosamente, en sus narraciones,
aparecían que las tierras ignotas para los europeos reflejaban perfectamente el
pensamiento de reformas del autor.


La historia no es lo que nos gustaría, sino lo que fue.
Juzgar la historia con nuestra mentalidad es un error infantil, se llama
anacronismo, y es la mejor manera de no aprender nada del pasado. Hace falta
meterse en las coordenadas espacio temporales, en los parámetros de aquellos
antepasados, en su escala de valores y sus puntos de referencia. Entonces es
cuando se puede hacer uno cargo de sus errores y porqué los cometieron.


Resulta una simplificación pensar que los templarios eran
hombres sanguinarios, asesinos a sueldo, lujuriosos, etc. Estamos hablando de
una Orden de Caballería, de una Institución de hombres que entregaban su vida a
Dios y a la oración, de personas que sacrificaron su vida por Jesucristo. Si se
conservan los santos lugares venerados por los cristianos desde hace XX siglos
es por ellos.


Que algunos de ellos pudieron actuar mal, o tuvieron
mezcla de intereses, etc. Puede ser, pero cuidado con tergiversar y
simplificar. Pues da la impresión de que para atacar la fe cristiana todo vale.


No le vendría mal a algunos quitar primero su viga del
ojo antes de intentar quitar la viga del ojo de su hermano. Para que una
sociedad plural funcione es necesaria la confianza.


Estudiemos los documentos, quitemos juicios de valor y
leyendas negras y entonces los viajes a la historia serán válidos para convivir
y para aprender.



José Carlos Martín de la Hoz


Academia de Historia Eclesiástica



Para saber más:



Pernoud, Régine, Los Templarios, El Ateneo, 1981


http://www.clubdellector.com/fichalibro.php?idlibro=3989


Giner, Gonzalo, La Cuarta Alianza, Plaza y Janés, 2005


http://www.clubdellector.com/fichalibro.php?idlibro=4642


Gil, Enrique, El señor de Bembibre,
Espasa Calpe, 2004


http://www.clubdellector.com/fichalibro.php?idlibro=3126