Durante este año 2020 estamos celebrando los veinticinco años de la publicación de uno de los documentos magisteriales más importantes dentro del fecundo pontificado de san Juan Pablo II. Nos referimos a la inolvidable Encíclica “Ut unum sint”, sobre el ecumenismo.

Entre los muchos documentos que se publicaron entonces para glosar y conocer mejor el contenido de la Encíclica, deseamos ahora detenernos en los Comentarios de la Congregación a las cuestiones que aborda la Encíclica respecto al Primado. Efectivamente, el pontífice animaba en ese documento a los historiadores a meditar sobre el ejercicio del primado en el primer milenio. Asimismo, dentro de los interesantes trabajos de los diversos especialistas en historia, dogmática, derecho canónico, eclesiología y escritura que comentan el documento de la Congregación para la doctrina de la fe acerca del primado de Pedro, publicado con motivo de la encíclica del papa san Juan Pablo II publicara aquella inolvidable Encíclica “Ut unum sint”, sobre el ecumenismo (25 de mayo de 1995), nos llama mucho la atención la unanimidad al respecto de la importancia del Primado.

En efecto es claro que el Primado de Roma, se ejerció con naturalidad, sobre todo frente al emperador que tenía ribetes de “Pontifex Maximus”, pero también respecto a las eparquías y patriarcados orientales que veían normal la convocatoria del papa para el Concilio ecuménico o la aprobación romana de los cánones como ejercicio del Primado, no solo de honor, sino de verdadera jurisdicción.

En ese sentido deseamos ahora recoger las impresiones acerca del Primado que existen en algunos lugares de la Ortodoxia, pues es importante saber dónde están los problemas por os que debemos rezar y trabajar. En primer lugar, los uniatas, pues como nos dice Nicola Bux: “al permanecer unidas o volviéndose a reunir con Roma, han demostrado que el primado ese esencial para la unidad de la Iglesia. De hecho, para los ortodoxos, el uniatismo tiene la misma raíz del Primado: el poder que sustituye a la diaconía evangélica, a diferencia de la estructura sinodal (…) hay que suponer que los ortodoxos confunden la cuestión uniata y la existencia de las iglesias católicas orientales, porque consideran que Iglesia católica es sinónimo de latina que solo en cuanto tal puede ser tolerada en Oriente” (254).

Inmediatamente, nuestro autor nos recordará que el primado “la comunión eclesial con Pedro y sus sucesores no es un obstáculo, sino anticipación y signo profético de una unidad más plena” (n.2), como reflejaba la relatio del Sínodo extraordinario de obispos de 1985. En efecto, muchos cristianos de rito oriental que han estado unidos a Roma y los que han regresado a la unión con Pedro en las eparquías orientales: “han anticipado proféticamente la unidad plena a la que todos los cristianos están llamados. Las iglesias particulares saben que no es suficiente la conciliaridad” (255).

José Carlos Martín de la Hoz

Congregación para la doctrina de la fe, El primado del sucesor del Pedro en el misterio de la Iglesia, Consideraciones de la Congregación para la doctrina de la fe. Comentarios de Pesch, Minnerath, Rodríguez, Ocáriz, Goyret, Sicari y Bux, ediciones Palabra, Madrid 2003, 279 pp.