Lutero y la revuelta de los campesinos

 

En el volumen dedicado a editar las obras políticas de Lutero, en ediciones Tecnos, preparado Joaquín Abellán, catedrático de la Universidad Complutense de Madrid, se encuentra la respuesta del reformador alemán Martín Lutero (1483-1546) al problema de la revuelta de los campesinos de Suabia en 1525 y que terminó trágicamente.

Así en primer lugar hay una carta se dirige a las partes implicadas: “Exhortación a la paz en contestación a los doce artículos del campesinado de Suabia (1525)” (67-94), donde se resume por Lutero: “ambas partes combaten por el mantenimiento de la injusticia (…): los señores luchan para afianzar y conservar su tiranía, la persecución del evangelio y las cargas injustas sobre los pobres o para ayudar a los que actúan de esa manera. Esta es una tremenda injusticia y está contra Dios: quien porque con esa injusticia se perderá para toda la eternidad. Los campesinos luchan para defender su revuelta y su abuso del nombre cristiano, cosas ambas muy contrarias a Dios: quien muera en esa situación se perderá también para la eternidad; tampoco aquí hay remedio” (93). La única solución, por tanto, es negociar. Ni la arbitrariedad de los nobles y su afán de poder, ni tomarse la justicia por su mano (jueces de vosotros mismos) de los campesinos va a ningún lado (77).

En segundo lugar, hay otro escrito: “Contra las bandas ladronas y asesinas de los campesinos” (95-101). Comienza quejándose de que se han volcado como perros rabiosos a las órdenes de Thomas Muntzer. Han cometido tres delitos: “primero: juraron fidelidad y homenaje a su autoridad (…). Segundo: provocan la rebelión, roban y saquean (…). Tercero: encubren estos horrendos y crueles pecados con el evangelio”.

La conclusión de los argumentos es sencillamente contundente: “la autoridad ha de proceder ahora sin temor y golpear con buena conciencia, mientras corra la sangre por sus venas” (99).

El tercer documento se denomina: “Carta sobre el duro librito contra los campesinos” (104-126). Es una amarga queja por las duras críticas recibidas que él mismo sintetiza así: “Lutero tendría que haber enseñado a tener misericordia con los campesinos y, sin embargo, enseña que hay que matarlos” (107).

Lutero responde devolviendo el argumento: “Querían arremeter con la espada al luchar por el Evangelio, como hermanos cristianos y matar a otros cuando tenían que ser misericordiosos y pacientes” (111). En definitiva, no avanza mucho más que este argumento ante el problema del mal: “son plagas que Dios nos envía, y, por otra parte, están bien merecidas; en realidad uno ha de sufrir a causa de los otros, si queremos vivir juntos” (119).

Finalmente, el cuarto documento lleva por título: “si los hombres de armas también pueden estar en gracia” (127-170). Su redacción final implica que los ánimos ya se han calmado y puede hablar más despacio sobre la guerra justa.

José Carlos Martin de la Hoz

Martín Lutero, Escritos Políticos, edición y traducción de Joaquín Abellán, ediciones Tecnos, Madrid 2017, 173 pp.