Dentro de las novedades de la mesa de la librería Paulinas en la calle san Bernardo me llamó la atención ver en la portada de un libro las palabras del profeta Jeremías: “me sedujiste y me dejé seducir” (Jer 20, 7). Efectivamente, con ellas José María Rodríguez Olaizola SJ (Oviedo 1970), ha presentado la historia de una búsqueda personal vocacional en ediciones “Sal terrae”.

El libro está planteado como un diálogo con un joven que desea concretar su vocación de entrega toral y de seguimiento de Jesucristo en una de las grandes y veteranas instituciones de la Iglesia Católica, es decir, una búsqueda con todas las dudas, vacilaciones e interrogantes. Una conversación, por tanto, con un alma que busca conocer y seguir el camino preparado por Dios para él (10).

Es interesante, que nuestro autor comience por reconocer que si hubiera escrito un libro sobre noviazgo y matrimonio le habrían salido muchas páginas iguales, puesto que se trata de amor y de amar. Y no tenemos dos corazones para amar a Dios y a otras personas (11).

Inmediatamente, señalará una verdad incontrovertible, la vocación siempre se está haciendo y haciéndose presente, pues al ser una tarea de amor no deja de plantearse y de encontrarse con Jesucristo, de amarse y de renovarse en el amor y volver a rejuvenecerlo. El secreto de la vocación es que es un amor siempre nuevo (13).

Para entrar en materia nuestro autor comienza por hacer un balance del siglo XX en España y de la decadencia de las vocaciones a la vida sacerdotal, religiosa, contemplativos e incluso de matrimonios cristianos. Evidentemente, las causas son muy profundas: secularización, falta de familias numerosas, una formación débil, deficiente catequesis y mil cuestiones más (22).

Inmediatamente, planteará clara y abiertamente la tesis que desarrollará en este ensayo: el único y radical motivo para entregar la vida a Dios siguiendo la vocación recibida y perseverar en ese camino hasta el final de nuestra vida, es sencillamente el amor a Dios y a las almas (23). En definitiva: “creo que Dios es personal y me invita a su seguimiento e intimidad” (24).

La llamada se va concretando en la “meditación del evangelio que se nos vuelve llamada”;  “a través de celebraciones en las que nos sentimos participantes”; “en la intimidad de nuestra oración; o en el mundo con sus luces y sombras”…(…) “La vocación es la respuesta convencida a una llamada intuida, una decisión de amor que se irá asegurando con la forja del tiempo” (30).

El ensayo que presentamos ahora es un ejemplo de fidelidad y gozosa aceptación de la historia de la Iglesia y de la Compañía de Jesús en un sano ejercicio de autocrítica pero, también, de un completo agradecimiento a Dios por las obras divinas realizadas a través de la historia por sus hijos los hombres.

José Carlos Martín de la Hoz

José María Rodríguez Olaizola SJ, Me sedujiste. Historia de una búsqueda, Sal Terrae, Santander 2023, 111 pp.