Mujeres y lucha social

 

En el interesante análisis social y económico que ha realizado la historiadora contemporánea y experta en cambios culturales de la Universidad de Oxford, profesora Selina Todd, acerca de la evolución del concepto de clase obrera a lo largo del siglo XX, hay unas especiales referencia a la mujer, en las que deseamos ahora concentrar nuestra atención.

En efecto, la Inglaterra industrial del siglo XX, que constituye la trama fundamental del largo estudio al que hacemos referencia, había dado lugar a la Revolución industrial en el siglo XIX y, también, a tantos y tan importantes esfuerzos sindicales y partidos de clase obrera, que han sufrido una evolución imparable, e incomparable, hasta la práctica desaparición.

La profesora Todd, ha redactado y publicado recientemente en Akal una inteligente revisión de la verdadera historia del movimiento obrero en Inglaterra, Escocia y Gales, es decir el Reino Unido, en el comienzo del siglo XX: entre los años 1910, el período entre guerras, hasta la crisis económica del 2010

Precisamente, en el largo camino del cambio operado, ha intervenido y de modo definitivo la mujer inglesa. En primer lugar, las esposas de los operarios y obreros ingleses, lo hicieron como activas luchadoras en favor de los derechos de los huelguistas, pero también, como ha señalado acertadamente la profesora Todd, como verdadera retaguardia en la lucha: “las mujeres casadas -que no eran tan vulnerables al desempleo como las trabajadoras más jóvenes o los hombres en empleos industriales- a menudo sufrieron para poder cumplir su papel de esposas, madres y, cada vez más, ser el sostén económico principal de sus familias” (420)..

Enseguida, hemos de hablar también de la propia mujer protagonista como activa impulsadora de la defensa de los puestos de trabajo y de la defensa del frágil e inestable estado del bienestar en una sociedad que sólo hacía ceder y ceder, derechos por la falta de sensibilidad social.

Vemos, asimismo, llegar al sacrificio total, para ver, como habla la profesora Todd, de algunas madres que acabaron por “renunciar a sus propios ahorros, reunidos gradualmente a lo largo de muchos años, para poder aportaron poco más a su limitada pensión estatal” (421).

 Asimismo, en los años ochenta, en pleno tacherismo, muchas mujeres “por fin, podían y debían alcanzar una independencia económica, pero por otra parte se suponía que cuidarían de sus familias. El énfasis del gobierno en los ‘valores familiares’ sugería que la prosperidad y el bienestar familiar iban de la mano, pero este no fue siempre el caso” (422). De todas formas, señala Todd, que aumentaron los divorcios, pues algunas de esas mujeres con independencia económica de sus maridos, no aguantaban su indolencia y decidían separarse de él (423).

José Carlos Martín de la Hoz

Selina Todd, El pueblo. Auge y declive de la clase obrera (1910-2010), ediciones Akal, Barcelona 2018, 540 pp.