Mundo y santidad

 

El ensayo teológico que deseamos comentar seguidamente es uno de los grandes trabajos redactados por el mayor especialista en la Teología del laicado; el teólogo sevillano José Luis Illanes, buen conocedor, además, del espíritu del Opus Dei, puesto que trabajó y vivió muchos años en Roma junto a san Josemaría, Fundador de la Obra.

Lógicamente, nuestro autor arranca de la palabra santidad y busca su definición en la sagrada Escritura, en la Tradición de la Iglesia, en los grandes santos y en los tratados clásicos de espiritualidad, en san Josemaría Escrivá de Balaguer al que Juan
Pablo II denominó “el santo de lo ordinario”.

Asimismo, buscará atrevidamente el concepto de santidad en grandes autores católicos o no, pues al final, la cuestión se concretará en amar e imitar a Jesucristo con pasión: “el santo es fundamentalmente alguien que vive de Dios y para Dios, que se siente arrastrado por esa pasión absoluta de que hablara Kierkegaard” (33).

Lógicamente, esa pasión de amor, se concreta en amar todos los días, todo lo que podamos, y se enciende en la oración de contemplación junto al sagrario, fuente del amor, o en medio de la calle.

Eso sí, hay que recordar que el cambio y la conversión al amor han de ser constantes, renovadas, profundas, perseverantes, pues la santidad: “lo único que presupone es una profunda conversión interior que lleve a juzgar desde Dios la propia existencia y a vivirla en consecuencia” (34).

Para terminar el capítulo de definiciones con estas luminosas palabras: “la santidad es, en resumen, síntesis personal, en la que cada cristiano asume e interioriza los dones recibidos, la común fe, el vivir en la Iglesia, su propia personalidad y carácter, su peculiar contexto social, profesional y familia, viendo en todo ello una vocación única e irrepetible, que le otorga una misión definida y le exige una entrega determinada y específica que sólo él puede realizar” (36).

Especialmente luminosas nos han resultado las páginas que dedica nuestro autor a enmarcar la espiritualidad del Opus Dei en la historia general de la espiritualidad y poder demostrar históricamente el auténtico engarce del Opus Dei con la vida, trabajo y santidad de los primeros cristianos.

Seguidamente, el profesor Illanes se adentra en la profundización de la propia teología laical y secular, al ir más allá de la santidad personal: “la idea de la llamada universal a la santidad solo puede tener incidencia histórica si se la capta en unión con otra verdad, que la completa y da cuerpo. Esa otra verdad es la del valor vocacional de la entera existencia, incluidas sus dimensiones seculares” (66).

Son especialmente luminosas las páginas dedicadas a san Josemaría Escrivá de Balaguer, como Fundador del Opus Dei, pues resume magistralmente las luces que recibió de Dios (“con sobrenatural intuición”) y que él mismo autor escuchó tantas veces de sus labios (80-83).

José Carlos Martín de la Hoz

José Luis Illanes, Mundo y santidad, ediciones Rialp, Madrid 1995, 272 pp.