Murakami y la vocación del escritor

A lo largo de once capítulos y un epílogo el autor nos habla sobre su trabajo como novelista:

¿En qué consiste escribir? Consiste en "traducir en frases algunas imágenes que había dentro de mí" (pág.239). Para Murakami el escritor no necesita ser inteligente pero sí constante, un lector incansable y muy observador: "Adquirir el hábito de observar en todos sus detalles los fenómenos y acontecimientos que tienen lugar delante de nuestros ojos" (pág.113).

¿Qué es ser novelista? "El fundamento de todo escritor es contar una historia" (pág.175). Nos alegra esta afirmación porque el autor parece ser el primero en desconocerla. Contar una historia exige un argumento y un desenlace creíble. Nos gusta la forma de escribir del autor japonés (según él poco elegante), el surrealismo de personajes y situaciones, pero eso no le libera de ofrecer al lector un final razonable, sin cabos sueltos.

¿Existe la vocación de novelista? El autor es tajante al afirmar que "escribir novelas responde a una especie de mandato interior que te impulsa a hacerlo" (pág.30).

¿Cómo se sabe si se tiene vocación de escritor? Por la emoción que produce: "Si uno se dedica a algo que le parece importante, pero no encuentra diversión o una alegría espontánea en ello, si su corazón no palpita de emoción es muy probable que albergue en alguna parte una equivocación" (pág.102). Sin ser falsa esta respuesta es incompleta. Ante todo el escritor debe tener algo que decirse a sí mismo o a otros, en forma de novela, diario o poema. A partir de esa convicción puede valorar la emoción que le produce escribir.

¿De dónde obtener una historia? El autor no responde a esta pregunta a pesar de dedicarle todo un capítulo del libro ("¿Qué escribir?"). Con gran desparpajo afirma que "cuando me disponía a escribir mi primera novela, sentí vivamente que el tema sobre el que debía escribir era: No tengo nada que escribir" (pág.123). Ello le valió que los críticos le vapuleasen por primera vez afirmando que no hacía Literatura. Más adelante nos da una respuesta más razonable: "Primero aparece una idea general de la novela y a partir de ahí la historia se extiende y ramifica" (pág.234). Entiendo que el autor tendrá en su mente una sinopsis del relato que después irá desarrollando. Aquí Murakami discute el tópico sobre si son los personajes lo que crean la historia. "Debe crear personajes que parezcan reales y, además, resultar interesantes, atractivos y autónomos" (pág.229). Un argumento sólido y personajes interesantes hacen una buena novela. Evidente.

¿Cuánto tiempo dedica a escribir? Sobre la necesidad del escritor de ser regular en su trabajo no hay que insistirle a Murakami; nos informa que sigue la regla de escribir diariamente diez páginas, ni una más ni una menos; y que ello le lleva diariamente entre cuatro y cinco horas (pág.141).

¿Reescribir o tachar? El autor japonés da una gran importancia a reescribir la novela: "Es fundamental. (...) Reescribo innumerales veces" (págs.151 y 152). No nos dice, sin embargo, que dedique tiempo a tachar, a adelgazar la novela según aquel principio que dice que "el secreto para escribir bien está en tachar". Afirma que cuando buscaba un estilo propio comenzó por "eliminar todo lo superfluo" (págs. 49 y 51). Hoy evidentemente no lo hace. Al revés, el autor se indigna contra la acusación de que sus novelas se podían escribir en menos páginas. Argumenta que al lector no se le puede dar una intensidad de relato constante y que ésta debe rebajarse en determinados momentos. En base a esta teoría el autor se deja arrastrar periódicamente al mundo de los sueños, y la línea argumental pasa a un segundo plano. Es su estilo, su originalidad. Es como los cuentos que incluye Cervantes en el texto de El Quijote, molestan pero están ahí.

¿Qué mensaje quiere trasmitir a sus lectores? El autor no se sincera sobre el mensaje implícito en su obra, no obstante volver sobre ello una y otra vez. Habla sobre su carácter individualista y la conciencia que tiene de ser distinto. En sus novelas el protagonista se nos presenta como un solitario, sin relaciones de pareja ni compromiso con una tarea colectiva. Podríamos decir que el mensaje de Murakami es la soledad del individuo en una sociedad, la japonesa, que para él no es tal.

El autor se sorprende del éxito de sus libros en Rusia (pág.278), pero es que Rusia también padece de una sociedad desestructurada, individualista. Es una ironía, pero setenta años de comunismo la han hecho así. Al recordar sus años de rebeldía juvenil Murakami escribe: "Si me hubiera puesto a mirar a mi alrededor, a pensar en serio en las contradicciones, en las mentiras o en toda la falsedad que me rodeaba, de haberme enfrentado a lo que no me convencía, quizás habría terminado acorralado en un callejón sin salida" (pág.207). Fue la lectura la que le ayudó a dejar atrás ese sentimiento.

Sus recuerdos de la escuela. Murakami rechaza un modelo de escuela que homogeinice a los alumnos: "Me recuerdo en clase entregado por completo a mi imaginación, sin prestar atención a los que sucedía en el aula", "Mi deseo con relación al sistema educativo es sencillo: que no aplaste la imaginación de los niños que la tienen. Me gustaría que les dejasen espacio para que sus personalidades encuentren un camino propio, una forma de sobrevivir" (págs.210 y 211). Por último pide un camino en la sociedad para los que se consideran distintos: "Las personas que se salen de la norma, que se distancian de los consensos, también deben ser respetadas por pocas que sean" (pág.199).

Conclusión: Considero interesantes las reflexiones de Murakami sobre la escritura, pero mucho más su petición de un lugar en la sociedad para aquellos que, por voluntad o necesidad, no se integran en la corriente general, porque hoy en día son muchos.

Juan Ignacio Encabo Balbín

De qué hablo cuando hablo de escribir. Haruki Murakami, Tusquets, 2017.