Nicolás de Cusa y el Islam

El Prof. Víctor Sanz ha tenido el acierto de publicar la edición crítica de una de las obras más importantes que se han escrito sobre el Corán desde el ángulo de la teología católica. Nicolás de Cusa (1401-1464), su autor, fue cardenal y obispo, sabio y erudito, canonista, filósofo y teólogo. Asistió al Concilio de Basilea (1432) y en 1437 viajó a Constantinopla para propiciar la unión de los griegos ortodoxos con la Iglesia de Roma en lo que sería el Concilio de Ferrara-Florencia.

Con la caída de Constantinopla en manos de los turcos escribió dos obras dirigidas a los musulmanes: La paz de la fe (de pace fidei) en 1453 y Examen del Corán (cribatio alcoranis) en 1460. Como es conocido, Nicolás de Cusa compartía con el español Juan de Segovia el deseo de dialogar con los musulmanes en vez de luchar contra ellos.

 Para elaborar su trabajo dedicó muchos años al estudio del Corán y de toda la literatura existente sobre la materia que pudo consultar: los trabajos de San Juan Damasceno en el siglo VIII, la traducción latina publicada por Pedro el Venerable (1194-1156), y el Corpus Toletanum que se realizó en el siglo XII junto a él, así como el trabajo de Dionisio el Cartujano (1402-1471), la obra de Ricoldo de Monte Crucis (1243-1320),  y las de Santo Tomás de Aquino y  Juan de Torquemada (1348-1468).

La cribatio alcorani comenzaba señalando que sólo Jesús, el Hijo de Dios podía mostrar el verdadero camino, puesto que era Dios: “Pues si ese hombre no fuera la misma sabiduría divina omnisciente por la que Dios crea todo, ciertamente no podría revelar lo que le resulta desconocido” (n.8).

 Poco después, señalaba los objetivos de su extenso trabajo: “Nuestra intención, presupuesto el Evangelio de Cristo, es cribar el libro de Mahoma y mostrar que también en ese libro se contienen aquellas cosas por las que se confirmaría plenamente el Evangelio, si estuviera necesitado de confirmación, y que, en las cosas en las que disiente, se debe a la ignorancia y, por consiguiente, a la malicia de intención de Mahoma, ya que Cristo ha venido no para su gloria sino para la de Dios Padre y la salvación de los hombres, mientras que Mahoma no ha buscado la gloria de Dios y la salvación de los hombres sino su propia gloria” (n.10). A lo que añadía poco después: “No será difícil, por tanto, encontrar en el Corán la verdad del Evangelio, aunque el mismo Mahoma está muy alejado de una verdadera comprensión del Evangelio” (n.16).

El libro se detendrá también en las diferencias con el Evangelio: la negación de la divinidad de Cristo, su muerte redentora, la promesa de un paraíso material etc., para afirmar que se debían a tergiversaciones posteriores o a falsedades recibidas por Mahoma de los Nestorianos de quienes aprendió la fe cristiana: “en el libro se contienen cosas que por su infamia e injusticia, así como por su evidente falsedad y contradicción, no pueden atribuirse a Dios sin ofenderle” (n. 22).

 La obra influirá en el modo de plantearse el diálogo con el Islam pero no obtuvo los frutos de conversiones al cristianismo que esperaba el Cusano, pero si dio a conocer a los teólogos las interpretaciones habituales de los musulmanes.

José Carlos Martín de la Hoz

NICOLÁS DE CUSA, Examen del Corán (cribatio alkorani), edición de Víctor Sanz, ed. Eunsa, Pamplona 2013, 343 pp.