Ortega y el tomismo

 

El profesor Enrique González Fernández, de la Universidad Pontificia de San Dámaso, Madrid, ha publicado recientemente un extenso e importante trabajo acerca de lo que se ha venido denominando desde el medievo la filosofía cristiana o, más técnicamente, filosofía aristotélico-tomista, o, finalmente denominada por el Magisterio de la Iglesia, como “Philosofía perennis”.

En primer lugar, nuestro autor dedica muchas páginas de su tratado a exponer la necesidad de una renovación de esta filosofía de modo que sea inteligible y aceptada en la cultura de la civilización occidental contemporánea que perdió su unidad filosófica con Descartes en el siglo XVII y, por tanto, en la actualidad está atomizada en muchos sistemas filosóficos o, sencillamente, postrada en las vacías propuestas del posmodernismo o encadenado por el relativismo.

Inmediatamente resumirá de una manera muy extensa las cuestiones que la historia de la filosofía desde Descartes ha ido planteando y que no han encontrado respuesta ni de la filosofía cristiana ni del resto de la comunidad filosófica sino que simplemente se han sumado a la lista de problemas filosóficos por resolver.

Finalmente, el volumen que ahora presentamos, se hace ampliamente eco de las críticas que realizaron tanto Ortega y Gasset como su discípulo Julián Marias (36) al neo-tomismo, de su tiempo, pues la publicación de León XIII del documento “Aeterni Patris” del 4 de agosto de 1879, provocó una oleada de trabajos del mundo entero.

En efecto, desde las Universidades Pontificias romanas se había buscado seguir fielmente la llamada del Magisterio para dotar a la Iglesia de un instrumento afinado y actualizado a los parámetros culturales de finales del XIX con los que responder a la crisis intelectual y presentar la teología católica con todo su esplendor.

Cuando llegó el Concilio Vaticano I, la teología católica podía presentar en su diálogo con el mundo moderno un punto común: la dignidad de la persona humana, y todo un nuevo desarrollo del tomismo en la línea del personalismo y en otras direcciones con trabajos importantes redactados por figuras de la talla intelectual de Etienne Gilson, Jacques Maritain, Cornelio Fabro y tantos otros que renovaron y actualizaron al Aquinate en el siglo XX.

Las aportaciones acerca del futuro de la filosofía cristiana, la necesidad de reescribir una nueva metafísica alejada de Aristóteles y sustentada en las aportaciones del personalismo, de las obras de Ortega en las que al superar la fenomenología está abriendo un cauce para dialogar con la fe cristiana (228).

En efecto, para nuestro autor en las obras de Ortega y de Julián Marías hay suficientes pistas para poder abordar la renovación de la filosofía cristiana porque haya surgido una verdadera ontología acorde con la revelación y con los resultados de la antropología contemporánea (257).

José Carlos Martín de la Hoz

Enrique González Fernández, Otra filosofía cristiana, ediciones Herder, Barcelona 2020, 435 pp.