Michel Henry (1922-2002), filósofo y escritor francés, sigue resonando en la historia del pensamiento a través de sus discípulos han preparado algunos textos para su publicación después de la muerte. En esta ocasión, ediciones Sígueme ha tenido el acierto de presentarnos un magnífico trabajo de teología del lenguaje de Jesús que pretende responder a la pregunta “¿cuántas palabras hay en Jesús?” (17).
No olvidemos que el mismo Jesús había dicho: “El cielo y la tierra pasarán, pero mis palabras no pasarán” (Mt 24,35). Es decir, junto a palabras dirigidas a las personas que le escuchaban están las palabras divinas y humanas que nos han llegado a nosotros y que continuarán llegando hasta el final de los tiempos pues “conectan”.
Ciertamente en Jesús, verdadero Dios y verdadero hombre, se da a la vez un lenguaje divino y un lenguaje humano, en cuanto que Dios ha establecido no solo una revelación en Cristo a los hombres, sino que, en cuanto Dios, se relaciona directamente con los hombres hablándoles al entendimiento y al corazón.
Este interesante trabajo recoge el lenguaje de Dios en la creación, los diversos lenguajes que Cristo como Dios y como hombre trata y conecta con los hombres, tanto en la Escritura, en las enseñanzas orales como en las parábolas.
Evidentemente, como el Señor indicó “Quien esté libre de pecado tire la primera piedra” (Io 8,7), por tanto, el hombre necesita purificación para escuchar la voz de Dios y el lenguaje de Jesús y poder asimilarlo.
Así mismo, el hombre necesita la ayuda del Espíritu Santo para interpretar adecuadamente esa palabra de Dios dirigida a Él y con Dios Espíritu Santo se asimilada y asumida. Por eso Jesús le dirá a la samaritana: “Si conocieras del don de Dios” (Io 4,10). Incluso le dice que Él es el Mesías: “Yo soy” (78).
Es interesante, como nos recuerda Michel Henry “en la revelación Dios mismo habla a los hombres de sí mismo” (59). Para, a continuación, decirles que es preciso “perder la vida para ganarla” (75).
Dios es fundamento de Su vida y el hombre ha recibido el don de la vida, por eso es administrador de su existencia y deberá dar cuenta de ella al creador que le insufló el espíritu (119).
Jesús dice solemnemente: “El Padre da testimonio de mí” (Io 8, 18). Cristo no da Testimonio sobre sí, pues no sería verdadero (126). Es importante lo que añade a Felipe el apóstol: “¿No crees que yo estoy en el Padre y el Padre en mí?” (Io 17, 21). Recordemos con nuestro autor: “En la medida en que Cristo es el Verbo de Dios toda objeción desparece” (129).
José Carlos Martín de la Hoz
Michel Henry, Palabras de Cristo, Ediciones Sígueme, Salamanca 2025, 174 pp.