El trabajo de Judith Butler (Cleveland 1956), profesora de la Universidad de California en Berkeley, se ha hecho famoso en el mundo entero pues el libro que ahora presentamos pues ha sido traducido a los idiomas más importantes y ha sido frecuentemente citado en debates, entrevistas, panel, congresos y muchos artículos, tanto científicos como de divulgación. En definitiva, este estudio sobre “discursos del odio y política de lo performativo” ha dinamizado una cuestión de especialistas para convertirla en parte importante de un debate global.
En primer lugar, hemos de mencionar el mundo del derecho, tanto a nivel teórico como en la jurisprudencia ante las denuncias de los delitos de odio en los medios de información como en el debate público, así lo refleja la autora para Estados Unidos: “los juristas han tenido dificultades para abordar los ‘discursos del odio’ en parte porque temen que cualquier restricción de la libertad de expresión ponga en tela de juicio el principio fundamental de la primera Enmienda” (12).
Inmediatamente, añadirá con intención: “Algunos juristas distinguen entre ‘ofensa’ y ‘lesión’ porque el segundo término permite entender el discurso de odio como algo tipificado. Es decir, el lenguaje jurídico para descubrir ese daño o ese sufrimiento es relevante y a menudo se aleja de forma sorprendente de los términos utilizados en el lenguaje ordinario” (13).
Es indudable, afirmará sin duda nuestra autora, que “el lenguaje puede herir” y como afirma el título de su trabajo “palabras que hieren” producen división en la sociedad y daño irreparable en las personas (25). Un poco más adelante lo dirá de manera más explícita: “actos incendiarios, discursos ofensivos” (75).
Efectivamente, los discursos del odio ya están de hecho en los tribunales ordinarios: “los tribunales empiezan a decidir qué es y qué no es violar la libertad de expresión, y esta decisión corre el riesgo de convertirse en la más vinculante de todas las violaciones” (101).
Es muy interesante que gran parte del trabajo va a dedicarlo a comparar el delito de la pornografía y a su violento impacto en la sociedad y, especialmente, entre los jóvenes. Esta investigación se mezcla con la de los discursos del odio con toda naturalidad. La autora pasa de un tema a otro y utiliza las conclusiones y argumentaciones sin más: “la pornografía incita al odio” (102).
Finalmente, queremos resaltar esta conclusión de nuestra autora: “Las limitaciones del lenguaje jurídico surgen para poner fin a esta particular ansiedad histórica, ya que la ley exige que resituemos el poder en el lenguaje de la lesión, que concedamos a la lesión la condición de acto y que rastreemos ese acto hasta la conducta específica de un sujeto” (116).
José Carlos Martín de la Hoz
Judith Butler, Palabras que hieren. Sobre el discurso del odio y la política de lo performativo, Paidós, Barcelona 2025, 255 pp.