Patris Corde (Con corazón de padre)

 

Pronto se cumplirá el aniversario de la publicación de la Carta Apostólica del papa Francisco Patris Corde, sobre san José, patrono de la Iglesia Universal. Es una meditación del Pontífice en la que pone de manifiesto su amor por el Santo Patriarca. “El objetivo de esta Carta Apostólica –escribe- es que crezca el amor a este gran santo, para ser impulsados a implorar su intercesión e imitar sus virtudes”.

Francisco extrae de la figura de José enseñanzas de la máxima actualidad: Misericordia, acogida, trabajo, paternidad y vocación. Gran parte de esta Carta está dedicada a la paternidad como vocación, no cristiana sino divina. Una vocación para todos los hombres en todos los lugares, sea cual sea la religión que profesen. Dios ha querido que haya dos figuras en la tierra, el padre y la madre, que encarnan y simbolizan la paternidad y maternidad de Dios en el cielo.

La paternidad es el título más alto que corresponde a José, ser padre de Jesús. Leemos en los evangelios que cuando José se dio cuenta de que su esposa estaba esperando un hijo, antes de que conviviesen, resolvió abandonarla en secreto; sin embargo recibió un mensaje: “José, hijo de David, no temas…” (Mt.1.20). No tengas miedo a ejercer la paternidad que Dios te confía. En las sociedades occidentales hay miedo a los hijos. En la escala de valores de las parejas, los hijos –o frecuentemente el hijo- se encuentran al final: primero el trabajo, después la vivienda, el coche, los viajes y al final de todo, cuando muchas veces ya es tarde, el hijo.

En ocasiones se justifican ciertas decisiones hablando de hijos no deseados; pero ¿es que José, antes de recibir el mensaje del ángel, deseaba al hijo que crecía en el vientre de María? No por cierto, y el evangelio nos habla de su angustia y su incertidumbre. No temas –nos dice el Pontífice- aunque hasta ahora hayas llevado tu vida a la ligera, quizás incluso por un aborto previo. No digas que ese hijo no es deseado, no rechaces el regalo de Dios, la confianza que pone en ti.

“Muchas veces en nuestra vida –escribe- ocurren hechos cuyo significado no entendemos. Nuestra primera reacción es a menudo de decepción y rebelión, (…) lejos de nosotros pensar que creer [en la paternidad y maternidad] significa encontrar soluciones fáciles”. No fue fácil para José y María y no lo será para los padres y madres de hoy, pero el amor pasa por encima de las dificultades.

Hay una paternidad carnal y una paternidad espiritual. “Todas las veces –explica Francisco- que alguien asume una responsabilidad en la vida de otro, en cierto sentido ejerce la paternidad respecto de él”. Vale la pena leer lo que escribe el Pontífice sobre el acogimiento de los inmigrantes, sobre el trabajo, sobre el respeto a la libertad, sobre la vocación entendida como un don y no como un sacrificio. Al tratar la misericordia, el papa recomienda aceptar nuestros errores y debilidades sin pensar que éstas han determinado y como condenado nuestras vidas para siempre. Es lo que Francisco llama reconciliarnos con nuestra propia historia.

Es hermoso, para terminar, como traduce en algunos lugares misericordia por ternura. Donde siempre habíamos leído “su misericordia alcanza a todas las criaturas” (Sal. 145,9), el papa escribe: “Su ternura alcanza a todas sus criaturas”. A los españoles nos parece que ternura es palabra poco masculina, pero el papa la aplica a nuestro Creador que es Padre y Madre a la vez. En Él se unen la paternidad y la maternidad que son reflejo suyo en la tierra.

Juan Ignacio Encabo

Papa Francisco, Patris Corde, diciembre 2020