Política y verdad

 

En el lenguaje ordinario se suele habitualmente afirmar, ante una situación difícil que no se puede permanecer como mero espectador ante los problemas, sino que hay que implicarse pues “o se es parte de la solución, o se es parte del problema”.

Precisamente, a este terrible dilema alude el profesor Fernando Vallespín, catedrático de ciencia política de la Universidad Autónoma de Madrid, cuando nos ofrece en su último trabajo un profundo análisis sobre Hobbes, su discurso de entrada en la Real Academia de Ciencias Morales y Políticas, renovado bajo el título “Política y verdad en el Leviatán” que ahora presentamos.

Efectivamente, ante la inusitada situación provocada en el pensamiento occidental tras la duda cartesiana y el denominado “lenguaje de las pasiones”, Hobbes a su regreso de Europa en 1649, en plena persecución contra el rey y sus partidarios, empuña la pluma.

En la obra del “Leviatán”, buscará una solución científica a las guerras de unos hombres contra otros y al terror consiguiente que se había dado desde el comienzo de la historia y en ese momento (53, 72), pero resulta que ”para su construcción era esencial que el Estado -la solución- no se convirtiera en parte del problema”, como efectivamente terminó sucediendo (17).

En efecto, Hobbes recibirá inmediatamente la crítica de todos los grandes pensadores de su tiempo: Locke, Spinoza, Rousseau, Hume, pues para fundamentar el poder absoluto del monarca en el nuevo Estado había sacrificado la libertad, lo cual era imperdonable para una sociedad plural sin unidad religiosa.

Evidentemente el despotismo ilustrado que vivió Europa, con monarcas absolutos que aprovecharon esas doctrinas triunfaría temporalmente, pues el sometimiento que conllevaba la protección y la obediencia, iba a dar paso pronto a los ciclos revolucionarios (56-57).

Hobbes buscó toda su vida lograr “una reconstrucción racional del mundo siguiendo un método filosófico-científico” (19), y como él mismo dice en Leviatán lo alcanzó “mediante industriosa meditación”. Es interesante que utilice el término meditación y que gran parte de la argumentación provenga de la Biblia, pues como buen calvinista deseaba alcanzar una unidad dentro del pluralismo religioso de su tiempo desde la Escritura y desde el abandono de la interpretación de toda ley, incluida la religiosa en manos del Estado (21).

La misma estrategia de atacar al poder eclesiástico cualquiera que este fuera y en cualquier religión conllevaba la concentración del poder en el Estado y, en su caso en el monarca absoluto, como se muestra abundantemente en el Leviatán, pero inmediatamente se enemistó con todos los credos religiosos, incluido el suyo, al excluirlos en la práctica de cualquier dominio en el nuevo Estado (58, 67, 69). Por tanto, al poco tiempo contribuyeron a la exclusión social y religiosa de Hobbes.

José Carlos Martín de la Hoz

Fernando Vallespín, Política y verdad en el “Leviatán” de Thomas Hobbes, ediciones Tecnos, Madrid 2021, 219 pp.