El bilingüismo me parece enriquecedor, puesto que permite acceder directamente a los textos originales sin la mediación del traductor, que nunca podrá plasmar todos los matices de una lengua. He leído recientemente  Pseudohistòria contra Catalunya (De l'espanyolisme a la Nova Història (Eumo Editorial, 2020), un trabajo colectivo, coordinado por Vicent Baydal y por Cristian Palomo, en el que participan otros cuatro historiadores y dos filólogos, uno de ellos italiano, profesores o investigadores –todos bastante jóvenes– de universidades de Cataluña, de la Comunidad Valenciana y de La Sapienza de Roma, especialistas en los temas tratados, de Historia Medieval, Moderna y de Filología Románica.

No me voy a detener mucho en el contenido del libro, dividido en tres partes. En la primera, los autores tratan de desmontar algunas tergiversaciones o mitos divulgados por pseudohistoriadores españolistas; en la segunda, se centran en deshacer varias de las estrafalarias tesis defendidas por el Institut Nova Història, como la catalanidad de Marco Polo, de Colón, de Cervantes, etc. Sorprende que esta entidad, ausente en cualquier revista histórica de prestigio, reciba el apoyo e incluso premios de organismos oficiales y que encuentre eco favorable en algunos medios de comunicación catalanes. En la tercera parte, a modo de conclusión, se invita a los historiadores a bajar al ruedo, para salir al paso de dichas falacias, y se sugieren algunas iniciativas. También se denuncia el escaso interés de los políticos por la Historia y el uso propagandístico o partidista con que acuden a ella en el mejor de los casos.

El libro es un aviso bien documentado sobre el peligro que supone la pseudohistoria –acrecentado, en los últimos tiempos, por la facilidad con que esos trabajos se pueden difundir, a través de las redes sociales y de otros medios de difusión–y sobre la confusión que siembra para lectores no especialistas, más dañosa aún por la dificultad para distinguir el grano de la paja ante la avalancha de información con la que uno se puede topar. Característico de estos falsos historiadores es el afán por defender sus hipótesis sin aportar documentación que las avale o manipulándola a su antojo, frente al trabajo riguroso y científico del historiador o del filólogo que de verdad lo son.

Luis Ramoneda