Psicología y dirección espiritual

 

Pedro Jara Vera, profesor en un instituto de enseñanza y padre de familia, compagina estas tareas con las propias del diaconado permanente en una parroquia de la diócesis de Madrid.

Esta sencilla obra aborda un problema complejo en los últimos años, la diferencia entre la dirección espiritual en la Iglesia católica y las visitas a un psicólogo para arreglar un problema personal o familiar.

Para entrar a la cuestión lo primero será deslindar campos y metodología de actuación y, en segundo lugar, caracterizar ambas funciones, de ese modo el fiel cristiano puede saber qué tipo de temas debe tratar en las conversaciones según donde esté y los objetivos que se marque.

Para poder marcar esos campos el autor comenzará por recordar algunas cuestiones básicas de antropología cristiana y antropología filosófica y teológica, pues de ese modo tendremos una antropología común con el psicólogo o el sacerdote con el que vamos a tratar, sino será más un problema que una ayuda (41).

Enseguida, entrará en la segunda parte del trabajo sobre la terapia y las potencias del alma (63). En esa dirección después de hablar del entendimiento y la voluntad como potencias del hombre, llegará al despliegue del sermón de las bienaventuranzas como dones que Dios entrega al alma (85).

Mas adelante, dentro de las terapias, se detendrá en el fenómeno de la conversión personal, tanto desde el ángulo de la psicología, como de la dirección espiritual. Lógicamente, comenzará por señalar que la sanación, la conversión del corazón, es un don de Dios, el alma puede cooperar o disponerse, pero es Dios quien sana al ama y la convierte (115). Enseguida dirá: “el paso a la fe es dar a Dios la primacía de nuestra vida en humildad y pobreza “(117).

Pronto añadirá “Dentro del proceso de reconciliación hay dos conceptos clave: el perdón y la culpa. Cuando la memoria nos dice que las cosas no han ido bien y que mi vida es un desastre, se suelen buscar culpables: uno mismo, los demás, el devenir, etc. Echarle la culpa de mis desgracias a otra persona es algo violento que genera rencor, cuando no odio, hacia ella” (132).

Después de desarrollar las virtudes cardinales de la prudencia, justicia, fortaleza y templanza, centrará las ultimas páginas en hablar del amor. “hablamos de un amor que tiene como modelo el amor de Dios, no de un amor cualquiera. Por eso es tan importante progresar en la madurez espiritual, para ir conformando nuestra alma a verdadera imagen y semejanza de Dios. Solo así, con la experiencia de Dios y de su amor, podemos aprender a amar como Él nos ha amado y nos ama” (210).

José Carlos Martín de la Hoz

Pedro Jara Vera, Psicología cristiana y dirección espiritual. El cuidado del alma, ediciones Nueva Eva Madrid 2025, 234 pp.