Quinto Centenario de la rebelión de Cortés

 

El emperador Carlos V nunca perdonaría a Hernán Cortés, los hechos que ahora se celebran en México con tan grandes honores y alabanzas por un Presidente que hace unos días pedía cuentas a España de su conquista de México o de la Nueva España como se llamó aquellas tierras durante siglos.

El 22 abril de 1519, Hernán Cortes, que había recibió instrucciones y permisos del gobernador de la isla de Cuba, Diego de Velázquez, para adentrarse en el mar llegar a la costa continental, rastrearla y regresar con cartas y mapas para poder solicitar al Consejo de Indias ulteriores indagaciones o intervenciones armadas, decidió a la vista de los descubrimientos que había hecho, dar un golpe de mano.

En efecto, el viernes santo de 1519 fundó la ciudad de Veracruz en la costa mexicana, se hizo nombrar alcalde de la Villa y libremente decidió proponer a quienes lo desearan adentrarse a la conquista del inmenso imperio azteca, en el interior, del que le hablaban los indígenas que se le habían unido y que les habían suyuzgado durante siglos con tropelías sin limites

 Aunque Carlos V le nombrara Marqués del Valle, nunca le hizo Virrey de México, pues pagaría la gesta heroica de Cortés y de sus soldados, pero nunca el haber desobedecido las órdenes de su suegro Diego Velázquez que no le permitían actuar conforme a derecho para adentrarse a conquistar el imperio azteca y dominarlos para luego entregarlo al imperio.

Es verdad que la gesta fue sin igual, que todavía impresiona la seguridad y la audacia de las tropas, la habilidad para pactar con los indios del poderoso territorio de Txalcala, Puebla de los ángeles, que llegó a ser con Palafox sede del Virreinato en agradecimiento para conspirar y derrocar al dominio azteca, conquistar su capital en la actual ciudad de México, entonces en una laguna y someterla.

Cortés había roto el sentido jurídico que dominará junto con la fe todo el sistema de gobierno de la conquista, y al haber faltado a la justicia y haber sobrepasado las funciones que como adelantado había recibido del gobernador de Cuba, hicieron que nunca pudiera alcanzar el máximo grado en su carrera militar y civil.

No sólo la extensión de la fe católica, la conversión de los naturales, el enseñarles a vivir en policía, el liberarles de la esclavitud de aquel pueblo azteca que hacía uso habitual y ritual de los sacrificios humanos y comía el corazón de sus víctimas. Ningún argumento nuevo pudo pesar para cambiar el juicio de la historia, como tampoco aportará nada a un político como López Obrador para cambiar su visión marxista de la historia, solo vista de lucha de clases.

La legislación de indias sigue siendo actualmente, un modelo impresionante del derecho del derecho de gentes, del derecho civil, del derecho laboral y de los derechos humanos, pues se basaba en el derecho romano, en el derecho natural y estaba en dialogo con la teología y la filosofía de su tiempo en una maravillosa armonía. Se podría decir que las leyes se hacían, pero no se cumplían, pero ese es otro tema para hablar otro día.

José Carlos Martín de la Hoz