Recuperar la Teodicea

 

Durante siglos el tratado de la Teodicea o  Teología natural, es decir aquella faceta del quehacer filosófico dedicado al estudio y la reflexión sobre basado en exclusiva de los datos de la razón tuvo una gran importancia y, recientemente, debido al creciente anhelo de Dios ha recibido un en el mundo científico y filosófico un nuevo, impulso e interés.

Algunos autores a lo largo de la historia, como Ortega y Gasset (1883-1955), han elogiado enormemente la obra de  San Anselmo de Canterbury (1033-1109) y especialmente su llamada al diálogo fe y razón, por ejemplo en "El espíritu de la letra" afirmaba: "la «fides quaerens intellectum», de San Anselmo es acaso el lema más fértil que se ha inventado y el que más agudamente define la meta del hombre" (68). En efecto, el fruto de esos razonamientos ha llevado a san Anselmo a plantear el célebre argumento Ontológico y, posteriormente, ha llevado a otros muchos autores a estudiar los límites humanos y la abertura de la racionalidad a la trascendencia, como hace Eugenio Trias (1942-2013) en su filosofía del límite.

En el último número de la revista Anales Valentinos (de la Facultad de Teología San Vicente Ferrer de Valencia Nueva Serie VI/11 (2019) 67-83), el profesor Juan José Garrido Zaragozá aborda en un artículo la cuestión con el sugerente título de "El camino del intelecto humano hacia Dios", sobre el que deseamos hacer alguna reflexión.

En primer lugar, nuestro autor subraya que "el razonar del hombre, dada su condición histórica, siempre parte de supuestos o intereses, o de compromisos previos, que lo orientan y que guían sin que siempre se tenga conciencia de ello. Toda razón es, pues, credencial y ese sustrato credencial condiciona en parte su ejercicio" (69). A lo que añade enseguida: "la racionalidad del creyente y la del ateo poseen la misma estructura: son racionalidades que se movilizan y operan desde el sustrato previo de las creencias (...). Ahora bien, es justo reconocer que lo que normalmente conduce a un cambio de ateo a creyente tiene que ver más con algún acontecimiento importante de la vida que con la evidencia interna de los razonamientos" (70).

En segundo lugar señalará que: "cuando un creyente filosofa sobre Dios lo hace, como todos, con una «razón impura», esto es, con una razón creencial y desde ella ateniéndose al paradigma de racionalidad compartida, se esfuerza por mostrar el fundamento de su posición creyente tanto a sí mismo como a los demás . O lo que es lo mismo: muestra que la posición creyente es tan razonable, o más, que la no creyente. Pascal dijo que en las cosas que tienen que ver con Dios «hay la suficiente luz para los que no desean sino ver, y la suficiente oscuridad para los que tienen una disposición contraria» (pensamientos 149). De forma que no será la razón pura la que conduzca al asentimiento o a la negación" (71). Finalmente dice Pascal: "si se somete todo a la razón, nuestra religión no tendrá nada de misterio ni de sobrenatural; si se choca contra los principios de la razón, nuestra religión sería absurda y ridícula" (Pensamientos 673).

José Carlos Martín de la Hoz

Juan José Garrido Zaragozá, El camino del intelecto humano hacia Dios, en Anales Valentinos, Facultad de Teología San Vicente Ferrer de Valencia, Nueva Serie VI/11 (2019) 67-83.