Rejuvenecer el rostro de Dios

 

Cuando se dice que Jesucristo es el rostro de Dios es indudable que se está hablando de la perenne juventud de la expresiva mirada del hijo de Dios y, por tanto, de la necesidad de convertir nuestra mirada en esa mirada.

El tiempo de cuaresma es tiempo de conversión y para que se produzca la conversión es necesario un impacto, algo que nos ayude a cambiar el rumbo de nuestra vida, el sentido de nuestra vida, para volver a centrarnos en Jesucristo: ayer, hoy y siempre.

Carlos Domínguez, experto en psiquiatría, psicología y doctor en teología y profesor emérito en la Facultad de teología de Granada, analiza a tres de las grandes mujeres del siglo XX: Edith Stein, Simone Weil y Etty Hillesum.

Edith Stein (1891-1942), Santa Teresa Benedicta de la Cruz, filósofa alemana de origen judío, seguidora de la fenomenología de Husserl, convertida al catolicismo y carmelita descalza. Murió en el campo de concentración de Auschwitz.

Simone Weil (1909-1943), filósofa, activista política y mística francesa. Vivió inmersa en una intensa actividad política, sindical y obrera, participó como anarquista en la guerra civil española, huyó de la persecución nazi a Estados unidos, para regresar y trabajar en Inglaterra contra la ocupación nazi de su país. Falleció de tuberculosis durante la Segunda Guerra Mundial.

Etty Hillesum (1914-1943), Nació en el seno de una familia judía y, como el resto de ella, fueron perseguidos por su origen judío y finalmente falleció en el campo de concentración de Auschwitz. Es conocida como escritora, por su diario y por las cartas que describen la vida bajo la ocupación nazi de su país.

Lo más importante de este trabajo es reflejar cómo Edith Stein llegó al conocimiento de Jesucristo y a la mística a través de la “teología de la cruz” (31) que descubrió en los años finales de su vida por la oración y el estudio.

Enseguida, nos hablará del carácter turbulento, apasionado y vivaz de Simone Weill y cómo descubrió a Jesucristo en el catolicismo y experimentó la búsqueda de Dios por cada alma y por la suya, hasta convertirse de corazón a Jesucristo (91) y a las necesidades de los demás, aunque no terminara por bautizarse.

Finalmente, Etty Hillesum una joven judía holandesa que creció unida a su padre, un extraordinario profesor de filosofía y a su psicólogo y amante, Julius Spier, que la fue llevando hasta el umbral de la fe donde Jesucristo terminó de conquistarla (300) en el momento más duro de la historia que fue el holocausto judío. Gracias a la oración y al trato con Dios superó su vida anterior, su concepción de la vida, la sexualidad desordenada, etc. En el campo de exterminio la oración de intimidad con Dios que experimentó, la transformó y la convirtió en un verdadero ángel de muchos de sus compañeros.

José Carlos Martín de la Hoz

Carlos Domínguez, Tres mujeres judías repiensan a Dios. Edith Stein, Simone Weil y Etty Hillesum, Desclée De Brouwer, Bilbao 2024, 402 pp.