Respeto y reconocimiento laboral

La profesora de Filosofía de la Universidad de Navarra, Ana Marta González, publica un ensayo acerca del valor del trabajo profesional en el desarrollo personal y comunitario (Nuestro Tiempo, mayo 2025, págs.107-111).

La autora distingue entre trabajo instrumental y trabajo significativo. Instrumental sería aquel por el cual el operario recibe una retribución económica, sea cual sea su contribución al proceso productivo. Cuanto mayor sea la retribución y menores las horas de trabajo,se considera, a priori, un empleo más satisfactorio. Por el contrario, trabajo significativo sería aquel en el cual el obrero pone de manifiesto sus habilidades y es consciente de resultar útil para terceras personas o para la comunidad. 

El trabajo significativo refuerza la autoestima del obrero, justifica la fatiga, le enorgullece y presta un significado a su vida y a su dedicación, en tanto que un empleo meramente instrumental -considera la autora- puede ser alienante por muy cómodo que resulte. Siempre será excesivamente laborioso para el que lo practica y puede despertar en él un sentimiento de frustración laboral y vital, de falta de valía personal.

Parte de la significación del trabajo se produce en forma de un retorno de agradecimiento, sea éste del empresario, de los compañeros o de los propios consumidores y usuarios. Esto lleva a la autora a hablar de competencias relacionales o comunicativas en la relación laboral: hacer llegar al empleado el respeto y reconocimiento que merece su trabajo. Las competencias relacionales se pueden dar en todos los sentidos y siempre se agradecen.

Pongo dos ejemplos acerca de estas competencias relacionales o conectivas. El primero tuvo lugar en el momento de la jubilación de un ordenanza -el puesto más bajo- de la Administración Pública; alguien mencionó cómo el homenajeado nunca había llegado tarde a su trabajo. Recuerdo como el mencionado sonrió satisfecho. En el segundo caso, alguien se me acercó en la calle para agradecerme un consejo que le había dado en mi puesto administrativo y del que yo, por supuesto, ni me podía acordar.

Tanto el respeto como el reconocimiento son valores éticos, hoy muy poco valorados. Reconocimiento y respeto derivan de los principios de jerarquía y autoridad, de la dignidad de la persona y de la consideración que merece el servicio. ¿Quién tiene más dignidad, el que sirve o el que es servido? Nuestro Señor Jesucristo nos enseña que es el primero de ellos (Mt.20, 26-27).

No solo los trabajos manuales pueden ser alienantes para el trabajador, también los servicios. La autora pone los ejemplos de la enseñanza y la sanidad, ámbitos en los que abundan las exigencias de derechos sin reflexionar acerca de las obligaciones. Por lo que se refiere a la sanidad, los médicos lamentan disponer de poco tiempo para cada paciente, y estos que, en ocasiones, el facultativo no les invita a sentarse y a veces ni les mira a la cara. Es decir, falta de conexión.

La autora concluye que es necesario innovar el modo de organizar el trabajo y que "la respuesta al trabajo alienado no consiste en la utopía del postrabajo, sino en la práctica de un trabajo humano".

Juan Ignacio Encabo Balbín