Tenemos un problema. En nuestra sociedad occidental con mucha frecuencia no se entiende qué sea eso del amor. Parece una simpleza pero en muchos matrimonios hay una cierta idea de lo que es el enamoramiento, o sea ese sentimiento propio de los novios, pero no les han explicado que desde el momento en que hay un compromiso para toda la vida lo que debe tomar el protagonismo es el amor, que es entrega total, renovada constantemente y en crecimiento un día y otro. Esto no lo saben muchos y, por eso, los matrimonios fracasan.

Mariolina Ceriotti, después de los éxitos obtenidos con sus anteriores libros –“Erótica y materna”, “La familia imperfecta”, etc.- publica ahora una obra muy apropiada para ayudar en estos problemas. “Cásate conmigo… de nuevo” es un repaso de experta, pues la autora lo es, a las problemáticas que se han podido dar a lo largo de la historia pero que se dan de manera más grave y preocupante ahora.

“Las parejas de hoy en día sufren una contradicción, cada vez más acusada, entre sus expectativas legítimas de felicidad, sus proyectos de vida, y las dificultades concretas que se encuentran al querer realizarlos. Todos empezamos a dudar de que sea realmente posible estar juntos la vida, sin que la convivencia se reduzca, en el mejor de los casos, a un soportarse, recíproco y resignado” (p. 10). Hay dudas, con demasiada frecuencia, sobre la posibilidad de ser felizmente fieles durante toda la vida. En realidad abunda el egoísmo, escasea el verdadero amor.

Una cosa es el enamoramiento, decíamos, y otra cosa es el amor. “El enamoramiento entraña un movimiento de idealización: un proceso espontáneo y necesario, que lleva a destacar la percepción de los aspectos positivos y a minimizar la de los aspectos menos satisfactorios o negativos del otro y de la relación” (p. 44). Por eso es tan importante un noviazgo consistente, porque la tendencia amorosa provocada por el enamoramiento puede ser muy poco consistente. Hay que conocer a la otra parte y estar dispuesto a amar aunque tenga defectos.

La sociedad occidental conduce con frecuencia al egoísmo: a tener de todo, a entretenerme en mis vídeos, wasaps, Instagram, etc., aislándome de quienes me rodean. En un ambiente tan individualista los matrimonios pueden mantenerse por los pelos y por poco tiempo. “Casi siempre, el origen de las situaciones más graves está en no haber encontrado el modo de hacer frente a los pequeños momentos de crisis cotidiana. También está en que se ha minusvalorado la necesidad de cuidar conscientemente la relación, que hay que volver a amoldar de forma inteligente, varias veces a lo largo de la vida” (p. 11).

Hay una dificultad dentro de este ambiente individualista para que surja el verdadero amor en el matrimonio que es el desconocimiento. Si no hay un empeño constante de conocerse se vive, durante un tiempo, de los sentimientos y del placer, pero no del amor. “Aunque el tiempo para los hijos sea poco, aunque el tiempo personal sea poco, hay que reservar, necesariamente, el tiempo del ‘nosotros-pareja’. Atención: no hemos de imaginar a toda costa un espacio para hablar, con todo el esfuerzo que esto puede suponer a veces; me refiero, en cambio, a un tiempo de disfrute compartido, que esté dedicado a hacer juntos algo que nos guste” (67).

Es importante el conocimiento, la relación diaria, el trato íntimo. Hace falta hablar, especialmente cuando surgen dudas. Quedarse los problemas no une.

Ángel Cabrero Ugarte

Mariolina Ceriotti, Cásate conmigo…de nuevo, Rialp 2022