Salamanca y Carlos V

 

La Universidad de Salamanca es una de las Universidades más antiguas del mundo y la más universalmente conocida, sobre todo, por su relevancia en el plano teológico y jurídico, especialmente durante el siglo XVI merced a las figuras de Francisco de Vitoria, Domingo de Soto y Melchor Cano, que crearon un estilo renovado y humanista de hacer ciencia y crearon un extraordinario grupo de discípulos que llevaron ese ambiente de amor a la verdad a otras universidades del mundo.

Asimismo, en todas partes se conoce el método teológico de la Escuela de Salamanca que cristalizaría en el tratado de Locis Theologicis de Melchor Cano. En síntesis, se trataría del orden y modo de apoyarse en los llamados lugares teológicos a la hora de afrontar una determinada cuestión. En primer lugar, buscar en las fuentes de la Sagrada Escritura, la Tradición apostólica, el Magisterio de la Iglesia, los Sagrados Cánones, los grandes teólogos etc., y después acudir a la razón para realizar el certero análisis.

Precisamente en la interesante y completa biografía del emperador Carlos V de Parker hay una referencia especial a esta temática. Justamente, la investigación que ha llevado a cabo el profesor e investigador inglés Geoffrey Parker (1943), uno de los mejores hispanistas del siglo XVI, acerca de la inconmensurable figura del emperador Carlos V, ha decidido detenerse en una cuestión que podría ser de detalle. Así pues, en una obra, que arroja mucha luz, e incluso, bastantes ideas novedosas e interesantes acerca de los grandes problemas y acontecimientos de la vida y de la obra de un gran emperador, seguramente el último gran emperador europeo, hay que pararse en Salamanca.

Es muy interesante, que el emperador Carlos V en sus escasas estancias en la Península haya querido dedicar un tiempo largo de estancia en la Universidad más importante de Europa y de sus dominios. Allí saludó al obispo Luis Cabeza de Vaca, antiguo preceptor suyo, escuchó misa en la capilla de la universidad y asistió a una disputa teológica acerca de la guerra justa.

Así mismo pudo visitar, entretenerse y escuchar a profesores y alumnos, durante cuatro horas e incluso sentarse en las aulas salmantinas para escuchar la disertación del maestro en Teología Francisco de Vitoria, del filósofo Juan Martínez de Silício y el maestro en medicina Gonzalo Hernández. Poco tiempo duraron los discursos, pues se realizaban en un latín culto y cuidado pues eran humanistas y lo aderezaban de frases y textos clásicos. Allí pronunció, solemnemente, Carlos V la famosa frase que todavía hoy sigue orgulleciendo a la corporación universitaria salmantina: “diziendo era el tesoro con que proveía a sus reinos de justicia y gobierno para el buen concierto dellos” (301).

Tiempo después, cuando finalmente pueda convocarse la primera etapa del Concilio de Trento y sean convocados los dos teólogos imperiales para llevar al Concilio de Trento la Teología, la filosofía y el derecho renovados en la Escuela de Salamanca, será invitado el dominico Francisco de Vitoria y, al no poder acudir por enfermedad, le sustituirá el también catedrático de Salamanca y dominico Domingo de Soto.

José Carlos Martín de la Hoz

Geoffrey Parker, Carlos V. Una nueva vida del emperador, ediciones Planeta, Barcelona 2019, 990 pp.