San Juan Damasceno

            La cátedra Félix Huarte de estética y arte contemporáneo de la Universidad de Navarra  ha tenido el acierto de comenzar a publicar una colección de libros con la edición del tratado sobre las imágenes de San Juan Damasceno

            Recordemos que San Juan Damasceno (650-750) nació en el seno de una familia cristiana. Su abuelo, Mansur, había sido recaudador de impuestos con el emperador Heraclio (575-641) hasta que fue derrotado por los musulmanes que conquistaron Siria. Su hijo Sergio (Sarjun Ibn Mansur) trabajó para los Omeyas como secretario del califato y, finalmente, Juan Damasceno (Yuhann Ibn Mansur Ibn Sarjun), continuó en el servicio del califa.

            El Damasceno es un figura clave en el mundo de interrelación que comenzaba en el Oriente Medio con la llegada del Islam a la zona. Su formación cristiana fue de corte bizantino y contrastaba con la que recibían los hijos de los jerarcas musulmanes. Vivió y trabajó con ellos hasta que la situación de los cristianos se hizo insostenible.

            Alrededor del 706, durante el gobierno del califa Walid I se retiró con su hermano adoptivo Cosme (futuro San Cosme de Maiuma) al convento de San Sabas, cerca de Jerusalén, donde fue ordenado sacerdote por Juan V, Patriarca de Jerusalén (705-735). Allí vivió hasta su muerte. Siempre fue muy estimado en la Iglesia oriental y en la occidental. Doctor de la Iglesia desde 1890.

            Entre sus obras teológicas destaca La Fuente del conocimiento, dividida en tres partes: Dialéctica (bases filosóficas para la teología), Sobre las herejías (especialmente interesante es el estudio del Islam y de la herejía iconoclasta) y Exposición sobre la fe (De fide ortodoxa), un compendio de la doctrina de los Padres de la Iglesia. Sus tres tratados Sobre las imágenes sagradas, fueron claves en la lucha con  los iconoclastas, y fue venerado por el Concilio II de Nicea (787), como fuente original tanto para la defensa del arte de los iconos como de la veneración en general del culto.

            Existen tres versiones del Damasceno Sobre las imágenes, que en realidad es una sóla, pero reescrita pensando en públicos distintos. Es muy  interesante el último tratado donde realiza una exposición sistemática de la teoría cristiana de la imagen (3.16 a 3.26) y de su veneración (3.27-3.41).

            Frente a los judíos, maniqueos y al Islam, Damasceno asienta que la veneración de la imagen se ha hecho posible por la Encarnación de Jesús, desde el momento en el que el Dios incorpóreo e ilimitado tiene un cuerpo material. Damasceno insiste en que la veneración de la imagen no es veneración de la materia, ni mucho menos adoración de la misma, sino que hace referencia al que representa: “Venero la imagen de Cristo en cuanto Dios encarnado; la de la Madre de Dios, Señora de todas las cosas, en cuanto Madre del Hijo de Dios; la de los santos en cuanto amigos de Dios, los que resistieron al pecado hasta dar la sangre e imitaron a Cristo derramando su sangre por Él” (1.21).

            Asimismo recuerda la importancia de seguir la Tradición: “Conjuro al pueblo de Dios, a la estirpe santa, a que se aferre a las tradiciones de la Iglesia. Es que el apartarse un ápice de las tradiciones, como el retirar piedras de una construcción, quebranta toda la edificación con mucha rapidez” (1.68).

 

                                                                                                                                                                                        José Carlos Martín de la Hoz

Juan Damasceno, Sobre las imágenes sagradas. Introducción, edición bilingüe y notas de José B. Torres Guerra, ed. Eunsa, Pamplona 2013, 331 pp.