Sentir y pensar la vida

Tres ensayos sobre Ortega, Unamuno y Zubiri, con los que el Profesor de la Universidad Pontificia de Comillas, Miguel García-Baró, recoge la recepción de la fenomonología de Husserl en el siglo XX en España.

Lógicamente, son abordados temas tan importantes como el amor, el sentido de la vida, etc. Ya en el Prólogo, siguiendo a Ortega,  el autor nos sugiere que “El amor abre la marcha de la comprensión”. Así, añadirá: “Mi persona, mi vida, se dilata”. Es decir que  “continúo amando, o sea, continúo la faena de la comprensión, y ésta me lleva reconocer los lazos que unas realidades más próximas tienen con otras más lejanas, de modo que cuanto es real va así construyéndose ante mi mero yo a la manera de una cadena de orosin eslabones desvinculados” (14).

Precisamente el amor, lleva a la más honda refñlexión: “Lo que tengo que captar es la sustancia de la trama esencial, de la vincyulación necesaria, y para eso tengo que elevarme por la reflexión a contemplar la índole específica de cada circunstancia (y de cada cosa)” (15). Y añade al más puro estilo de Ortega : “sin la valentía del amor, sólo nos queda el terror de las circunstancias que nos golpean como meros hechos sin sentido, en tormenta feroz y continua, que pueden traer sus momentos de relajación y placer, pero que incluso entonces tiene el aspecto angustioso de una inminente catástrofe posible”. Y termina afirmando: “El sentido es al mismo tiempo la esencia y el vínculo” (15).

Inmediatamente, añadirá que si no se capta el amor de donación, la dilectio, “el mundo tiene para mi mucho menos sentido, mucha más inconexión y contingencia, mucha más angustia y menos salvación, mucha guerra y poca paz. También, bastante diablo y poca dosis de Dios” (16).

Todo esto concluirá, para García Baró, en marzo de 1914 cuando Ortega lanzaba al público, desde el teatro de la Comedia de Madrid el programa de “La Liga de Educación Política Española, cuyas primeras palabras decían así: “en historia, vivir no es dejarse vivir (…), es ocuparse muy seriamente, del vivir, como si fuera un oficio” (17).

La indignación, clave para el movimiento de comienzos del siglo XX adquieren en Unamuno su máxima expresión, con el sentido trágico de la vida, que le llevará a la crisis y a la esperanza (96).

Finalmente, el estudio sobre Zubiri en realidad es el trabajo de comprobación de lo que queda de Ortega y de Unamuno en la filosofía de la posguerra, en la que destaca Zubiri, discípulo de Ortega: “Para Zubiri, la fenomenología se convirtió –quién sabe si en buena medida a la luz de las elocuentes, tremendas lecciones de la guerra- en la antesala de una relectura de las ciencias y una personal destrucción de la historia de la filosofía, que preparan entre las dos un realismo (un reísmo) de nuevo cuño” (p.221).

 

José Carlos Martín de la Hoz

 

Miguel García-Baró, Sentir y pensar la vida. Ensayos de fenemonología y filosofía española, ed. Trotta, Madrid 2012, 221 pp.