Las ideas están en los libros, sobre todo en los más gruesos. Alguien las deposita allí algún
día y nadie va a leer mil páginas sólo para saber en qué discrepa o escribir otras
para explicar por qué lo hace. En consecuencia las ideas se quedan ahí,
agazapadas, esperando su momento (recuérdese el ejemplo de la garrapata en el
árbol que utiliza Süskind en "Le parfum").

Ayer tomé por azar un libro sobre literatura que se aburría en mi casa. Su título es
"Historia esencial de la literatura española e hispanoamericana" y como su
título sugiere es un libro grueso. Cualquier "Historia esencial…",
"Introducción a…" o "Breve tratado de…" han de editarse en gruesos volúmenes
para dar a entender que el autor sabe mucho más de lo que nos revela. Como
decía aquel alemán del cuento: ¿Por qué decir en cien páginas lo que se puede
explicar en dos volúmenes?

Este volumen –el mío- está sin estrenar. Alguno de mis hijos lo compró como "bibliografía
básica" de determinada asignatura y allí quedó. Estos libros no se editan sin
contar previamente con que van a ser, al menos, recomendados por los profesores
de la materia. En caso contrario serían un fiasco económico.

Todo lo que acabo de decir no es más que una sarta de obviedades si no fuera por
otra circunstancia. Las ideas, como la garrapata de Süskind,
tienen su ADN: un mapa genético que permite rastrearlas desde su origen hasta
el lugar donde nos tropezamos con ellas. Nada es por casualidad.

La "Historia esencial de la literatura…" citada va acompañada de introducciones a
los distintos periodos literarios bajo el rótulo de "Contexto histórico y
cultural" y aquí nos acercamos al motivo de estas líneas. En el "Contexto
histórico" de la literatura medieval española encontramos un epígrafe que se
titula: "¿La realidad histórica de España?". Allí -en un tratado de literatura
recordémoslo- se cita a Américo Castro y a Sánchez-Albornoz -demasiado obvio- e
incluso la guerra civil de 1936 –algo innecesario-. ¿Por qué nadie utiliza como
elemento de análisis las guerras carlistas? Sería mucho más fecundo a todos los
efectos: culturales, políticos, geográficos, religiosos e incluso literarios:
Valle-Inclán frente a Pérez Galdós.

En el "Contexto histórico y cultural" previo a la literatura medieval se dejan
caer las siguientes palabras: "…ser español, suponiendo que tal ente de razón
exista". ¿El profesor de literatura es también encargado de la cátedra
de historia? No deseo seguir rastreando frases similares. Las he leído y no
quiero buscarlas de nuevo. Ser español no es un "ente de razón" -contrato
social- o una mística frente a la que el Estado moderno no tendría nada que
hacer.

Ser español es un vínculo jurídico que se produce, por ministerio de la ley, entre
personas que frecuentemente no tienen nada más en común. Ser español es un
estado jurídico aparecido en la historia –no desde luego en la Edad Media- en
base a razones de conveniencia e incluso meramente circunstanciales y que tiene
unas consecuencias en la historia del mundo y en la vida de cada día.

Ser español es una forma y obligación de convivencia enmarcada en ideologías e
instituciones cambiantes. Ser español es el ejercicio de las virtudes morales
de la convivencia en un lugar y un momento determinado de la Historia. Igual
que ser alemán o brasileño. ¿Saben los indígenas del Mato Grosso que son
brasileños? Es posible que no y sin embargo lo son.

Juan Ignacio Encabo

 

"HISTORIA ESENCIAL DE LA LITERATURA ESPAÑOLA E HISPANOAMERICANA" 

Felipe B. Pedraza y Milagros Rodríguez, EDAF, Madrid, 2000, 783 páginas.