Solo Dios puede salvarnos

 

Es muy impresionante el análisis que realiza el cardenal Robert Sarah, Prefecto de la Congregación del Culto Divino y uno de los cardenales más cercanos al papa Francisco, en su último libro donde aborda la situación del mundo y de la Iglesia. Vamos a detenernos en el primer capítulo sobre la crisis de la fe en la actualidad.

En primer lugar, señalará sin ambages que gran parte de la cultura y de la teología contemporánea ha traicionado a Jesucristo: “El mundo moderno, igual que Pedro, ha renegado de Cristo. El hombre contemporáneo ha tenido miedo de Dios, miedo de hacerse discípulo suyo” (24). Lo importante es que, como añade a continuación: “Pedro acababa de traicionar a Jesús cuando Él lo miró. ¡Cuánto amor y cuanta misericordia en esa mirada! Y, al mismo tiempo, ¡cuantos reproches y cuanta justicia! Pedro llora amargamente. Supo pedir perdón” (24).

Enseguida, volverá su mirada a los hombres y mujeres sin fe o con la fe adormecida: “son personas profundamente desgraciadas. Son como ríos inmensos privados de cualquier fuente que alimente su vida (…). Los hombres sin fe son como quienes no tienen un padre ni una madre que los engendren y renueven su percepción de su propio misterio” (25).

La solución es invitar al hombre a contemplar la belleza de la creación, a abrir la Escritura y mirar al sagrario. Así, al mirar a Abraham, nuestro se descubre que Dios establece una relación personal con él y, consecuentemente, se produce la obediencia de la fe, el contagio de la fe, la oración personal con Dios y sin sacrificios humanos sino del hombre que fortalecen la fe. La conclusión es la siguiente: “Por arduo y difícil que sea conocer a Dios y establecer con Él una relación personal e íntima, siempre podemos verlo, escucharlo, tocarlo y contemplarlo en su palabra y en sus sacramentos” (27).

Enseguida, señalará que el encuentro personal con Dios conlleva, si es verdadero, una conversión de corazón: “es una ruptura con nuestra vida de pecado, con los ídolos y con todos los becerros de oro que cada uno nos fabricamos” (29).

Los santos, señalará enseguida el cardenal Sarah, siguiendo al papa Benedicto y al papa Francisco, son para los cristianos de todas las épocas modelos e intercesores, que nos despiertan a la autenticidad de la vida cristiana, verdaderos revulsivos que nos acompañan en el camino hacia el cielo, nos enseñan con su vida ejemplar: “La adoración consiste en ponerse ante Dios con una actitud de humildad y de amor” (34).

Es muy interesante cómo el cardenal Sarah hilvana, en el primer capítulo de su obra, sobre la crisis de fe en el mundo, los grandes textos de la teología renovada del siglo XX que concluyeron, con la iluminación del Espíritu Santo, es los textos del Concilio Vaticano II, que siguen siendo fuente para fortalecer nuestra fe y presentarla de modo atractivo al mundo de nuestro tiempo: “El camino al que nos comprometemos no es un lugar. Es una persona. Es Jesucristo, Salvador nuestro y Dios nuestro” (59).

José Carlos Martín de la Hoz

Cardenal Robert Sarah, Se hace tarde y anochece, conversaciones con Nicolas Diat, ediciones Palabra, Madrid 2019, 428 pp.