Pienso que todo lector de poesía coincidirá conmigo en que una de las estrofas más perfecta, más apta para expresar belleza, es el soneto. Escribir un mal soneto no es fácil, escribir un buen soneto está reservado a los mejores poetas. Se podrá pensar que el soneto es agua pasada, una forma en desuso, una antigualla, una pieza de museo que contemplamos absortos y quizá con cierta nostalgia. Sin embargo, no es así. Quizá se escriban menos sonetos que en el Siglo de Oro, época difícil de igualar, pero Rubén Darío, Unamuno, Juan Ramón Jiménez, los hermanos Machado, García Lorca, Miguel Hernández, Gerardo Diego, Luis Rosales, José Luis Hidalgo, Leopoldo Panero, Rafael Morales, Vicente Gaos, José García-Nieto, Rafael Morales, Blas de Otero, solo por citar algunos poetas del siglo pasado, han escrito magníficos sonetos.

¿Y en el siglo XXI? También. Buena muestra es Blanco en lo blanco (Ed. El Desvelo), excelente poemario de Adrián González da Costa (Huelva, 1979), con el que ha obtenido el Premio Internacional de Poesía Gerardo Diego en 2015, y que está compuesto por treinta y un sonetos. El autor ganó el premio Adonáis en 2002, con Rua dos doudadores, y el Certamen internacional de letras hispánicas de la Universidad de Sevilla, en 2012, con Por el sueño afuera.

En Blanco en lo blanco, encontramos una armónica conjunción de tradición y originalidad, tanto en la forma como en el contenido de los sonetos. Adrián escribe en nuestra época y con bastantes referencias a su vida, a lo cotidiano, a su tierra –con especial hincapié en el mar–, pero los temas son los de la poesía de todos los tiempos: la contemplación de la naturaleza, el paso del tiempo, el amor, la amistad…, unas veces con toques de ironía; otras, con honda emoción. Formalmente hay dominio del endecasílabo, con uso frecuente del encabalgamiento, que afecta al ritmo del poema: "más allá de ese cuarto, las riberas / del río de tu infancia y sus reflejos." Hay imágenes muy logradas como cuando llama al oleaje "fuego rugiendo blanco, en espiral", por poner un ejemplo. Y no hay altibajos, en todos los sonetos, dentro de la variedad, se mantiene el nivel de calidad. Un poemario que merece la pena leer y releer con sosiego.

Luis Ramoneda

Adrián González da Costa. Blanco en lo blanco. Ed. El Desvelo. 2016