Tertuliano y el cristiano corriente

            Tertuliano

en su Apologeticum, redactado en el año 197, se queja

de la falta de coherencia de las leyes romanas: "Y nosotros somos los únicos a quienes no es concedido tener religión

propia"
(XXIII, p. 62). Es más

son acusados de delito de lesa majestad

por no querer adorar al emperador, cuando son los que más rezan por él: "
style='mso-bidi-font-weight:normal'>Nosotros respetamos en los emperadores el

juicio de Dios, quien los puso al frente de los pueblos. Sabemos que hay en

ellos lo que Dios ha querido que haya, por lo que queremos la conservación de

los que Dios quiso, y tenemos éstos por gran juramento" (XXXII, p. 72)
style='mso-bidi-font-weight:normal'>.


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Y

señala el avance de la extensión del cristianismo: "Somos de ayer y lo llenamos todo: ciudades, islas, fortalezas,

municipios, aldeas, los mismos campos, tribus, decurias, palacio, Senado, Foro:

sólo os hemos dejado los templos"
(XXXVII, p. 78).


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Eso

sí, refleja como era otro modo de vivir en la tierra: "Renunciamos igualmente a vuestros espectáculos, por cuanto renunciamos

a las supersticiones que sabemos les dieron origen, y somos extraños a
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todo cuanto en ellos ocurre. Nada tienen que

ver nuestra lengua, vista y oídos con el frenesí del circo, con la lascivia del

teatro, con la atrocidad de la arena, con la frivolidad del xisto"

(XXXVIII, p. 80).

            Y

señala el ejemplo de vida: "Y esta

práctica de la caridad es más que nada lo que a los ojos de muchos nos imprime

un sello peculiar. ‘Ved –dicen- cómo se aman entre sí’. Ya que ellos mutuamente

se odian. ‘Y cómo están dispuestos a morir unos por otros’, cuando ellos están

más bien preparados a matarse los unos a los otros"
(XXXIX, p. 81)
style='mso-bidi-font-weight:normal'>.


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Seguidamente

muestra el tenor de las reuniones de los cristianos: "Si honesto es el motivo de nuestros convites, juzgad según él de la

disciplina que los regula. Siendo como es un servicio religiosos, no admite ni

vileza ni excesos. No se recuesta a la mesa sin antes haber gustado la oración

a Dios. Se come para calmar el hambre. Se bebe cuanto es útil a castos. Se

hartan como puede hartarse quien recuerda que aun de noche tiene que adorar a

Dios: se conversa como quienes saben que el Señor les oye" (
style='font-weight:normal'>XXXIX
, p. 83).
style='mso-ansi-language:ES'>


style='mso-ansi-language:ES'>           

style='mso-ansi-language:ES'>Y la normalidad del Apostolado: "Pues cualquier

artesano cristiano conoce a Dios y le muestra a otros y, por ende, afirma con

su vivir todo cuanto los filósofos indagan acerca de Dios, aunque Platón afirme

no es fácil conocer al Arquitecto del universo y darle a conocer a otros

después de conocido por uno mismo"(

lang=ES-TRAD>XLVI, p. 94)
style='mso-ansi-language:ES'>.
Y

resume, con valentía: "Si soy cristiano

es porque quiero"
(XLIX, p. 103).

           
style='mso-ansi-language:ES'>Por la gracia de Dios y el amor de Dios, los

cristianos son sostenidos en la persecución: "La sangre de los mártires es semilla de nuevos cristianos"
lang=ES-TRAD>(LI, p. 106)
style='mso-ansi-language:ES'>.
Y,

añade, en las líneas finales: "Porque no

hay culpa que con el martirio no se perdone, razón por la cual os damos al

punto gracias por vuestras sentencias. Tal contradicción media entre las cosas

divinas y las humanas. Cuando Nos condenáis vosotros, Dios nos absuelve"
class=GramE>(
lang=ES-TRAD>LI
, p. 106).
style='mso-bidi-font-weight:normal'>

 

José Carlos Martín de la Hoz

 

Tertuliano (1991)
style='mso-bidi-font-style:normal'>Apologeticum
, ed Apostolado

mariano, Sevilla.