El volumen que deseamos ahora comentar se compone de diversos trabajos realizados por el entonces cardenal Ratzinger y editados en diversas publicaciones de difícil acceso y que fueron reunidos por el propio autor: unificación de estilos, modos de citar, fuentes, etc., para, finalmente, darlos a la imprenta en Alemania en 1995 y, enseguida, en castellano en la editorial Sígueme de Salamanca en 2011.

Lógicamente, por la temática tan actual e importante, no sería de extrañar que volviera a ser reeditada más veces pues acomete una materia tan importante como importante la Teología litúrgica.

Efectivamente, el tsunami litúrgico que se vivió en muchos lugares del mundo después de la publicación de la constitución Dogmática Sacrosantum Concilium y que llevó al traste la tan deseada y preparada reforma de la liturgia por el extenso e intenso “Movimiento litúrgico”, se debió, entre otros motivos, a una falta de preparación teológica de muchos agentes de pastoral que banalizaron una de las mayores aportaciones para la Santidad de la Iglesia del concilio Vaticano II.

Según ha ido manifestando el cardenal Sarah, Prefecto, en los próximos años se aplicarán medidas importantes para devolver al culto católico su riqueza teológica y sacramental, sin perder la sencillez y participación del pueblo cristiano ya adquirida y asimilada.

Evidentemente, este trabajo recopilatorio de artículos publicados en distintos lugares, debía subrayar el realismo eucarístico que expresan las Actas de los mártires, cuando señalan como la misa dominical era y es el alimento de los fieles, “sin la que no podemos vivir” (73-75).

Asimismo, subraya el Papa emérito, que la liturgia Cristiana está destinada a alabar a la Santísima Trinidad pues toda acción litúrgica comienza y termina con la creación reunida para orar, alabar y bendecir al Dios tres veces santo.

Precisamente, como piedras vivas de la nueva Iglesia, no nos limitamos a recibir el tesoro de la revelación de Jesucristo sino a construir la Iglesia, Sacramento universal de salvación, bajo la guía del Espíritu Santo, para tributar a Dios toda la gloria que le es debida (95-98).

Y, enseguida añadirá, al hablar de la Iglesia como templo construido con piedras vivas: “si no hubiera habido primero piedras vivas, estas piedras no estarían aquí. Pero ahora ellas nos hablan. Nos invitan a construir la catedral viva, a ser la catedral viva para que la catedral de piedra siga siendo presente y anuncie el futuro” (112).

Destaca en este volumen y, como tal, le dará nombre a la compilación, los capítulos dedicados a la música sacra y, en general, al canto litúrgico, “un canto nuevo para el Señor” que recupere la altura, dignidad y piedad de siglos de tradición Cristiana (151-164).

José Carlos Martín de la Hoz

Joseph Ratzinger, Un cántico nuevo para el Señor, ediciones Sígueme, Salamanca 2011, 206 pp.