Un libro prohibido

Comencemos diciendo que Las variedades de la experiencia religiosa se hallaba -y por lo tanto se encuentra todavía- en el Index de los libros prohibidos por la Iglesia Católica. Hace medio siglo, la lectura de un libro de estas características era considerado pecado en sí mismo, un pecado contra la fe. En la actualidad, la Iglesia solo recuerda a los posibles lectores de este tipo de libros que tienen obligación de no poner en riesgo su fe. Para ello recomienda, antes de leer libros religiosos de contenido incierto valorar la necesidad de hacerlo-¡hay tanto para leer!-, asesorarse con quien tenga formación y conocimientos en la materia, y simultanear su lectura con un libro de buena doctrina católica.

No hace muchos días me encontré con una señora con la que tengo mucha confianza. "Ya no puedo creer -me dijo. Han caído en mis manos los manuscritos del Qum Ram". Ignoro que tendrán los dichosos manuscritos para disuadir de la fe católica. No se lo pregunté. En realidad dudo que haya leído tales documentos, ya que es una mujer corriente, como tú y como yo. Más bien supongo que habrá visto un comentario negativo basado en los mismos y se ha dejado impresionar. Esta señora tendría la obligación de no quedarse con la primera impresión y aclarar sus dudas con alguien competente.

De ello se deduce la necesidad de que los sacerdotes y maestros de la fe católica tengan una profunda formación, para poder explicar y tranquilizar a las personas que a veces tropiezan con piedras muy pequeñas, que sería fácil apartar del camino. También es importante para los católicos -casi una obligación de conciencia- la lectura asidua de libros de formación -hay muchos- y de los textos sagrados: la Biblia y especialmente el Nuevo Testamento.

No me explico que Las variedades de la experiencia religiosa haya sido objeto de abundantes ediciones desde 1901. El autor señala que trata de racionalizar la fe; convertir la religión en una rama científica de la Psicología. En realidad, en más de un siglo las religiones no han evolucionado en el sentido que preveía William James, sino más bien al contrario. Por influencia de determinadas ideologías es el ateísmo lo que se pretende científico. El autor recoge la cita de un contemporáneo suyo que escribía entonces: "Del llamado sentimiento religioso sobrevive solamente un vago respeto hacia lo desconocido, última reliquia del temor, y cierta atracción hacia el ideal, reliquia del amor, que caracterizaron los primeros periodos del crecimiento religioso" (De Ribot en pág.551).

Juan Ignacio Encabo Balbín