Una Cristología siempre nueva

 

Deseamos presentar, aunque sea brevemente, algunas ideas del interesante trabajo del profesor ordinario de cristología de la Universidad Pontificia de Salamanca, el zamorano Francisco García Martínez (Toro 1967), que acaba de publicar, acerca de la cristología en el comienzo del siglo XXI.

Antes de nada, hemos de señalar que se aborda de lleno la cuestión con un capítulo dedicado a abrir nuevas y sugerentes líneas de investigación en esta materia, con un título expresivo: “provocación”.

 Efectivamente, es tanta la entidad y de tanta importancia el realismo eucarístico y el realismo del misterio de la encarnación, que la cristología no puede quedarse nunca , y menos en nuestra época, en una materia fría y árida exposición de algunos conceptos y de la sencilla biografía de quienes los presentaron, sino de algo que podemos afirmar con todas luces que incide verdaderamente en nuestras vidas, puesto que ha logrado que encienda nuestra capacidad de captar la belleza  y, por tanto que encandile nuestro afán investigador.

Así pues, el profesor García Martínez aborda la cuestión con estos significativos retos: “La cristología académica no solo debe ofrecer los datos dogmáticos de la fe cristológica, sino además presentar a los alumnos la metodología propia del pensar cristológico que les ayude a vivir esa tensión entre verdad cristológica e historia. Dicha tensión proviene, por una parte, del objeto de la misma, es decir, la persona de Cristo, que por ser irreductible a proposiciones dogmáticas debe ejercer su señorío sobre los datos dogmáticos. Así pues, no puede ofrecerse como una verdad hecha que pudiera configurar la vida sin tenerla en cuenta en su concreción histórica. Esto supone, aparte de una vida de oración permanente, una continuada búsqueda de la verdad y voluntad Semper maior de Cristo. Por otra parte, esta es la forma en la que surgen las mismas cristologías neotestamentarias” (52).

La clave de la cuestión radica en el deseo de Dios de establecer un diálogo persona con el hombre, en la radicalidad de la muerte redentora de Cristo por nuestros pecados y en el diario encuentro con Cristo vivo, anticipo de la vida eterna: la vida junto a la Vida.

Es lógico, por tanto, que nuestro autor vuelva al texto paulino: “Ya no soy yo el que vive, sino que es Cristo quien vive en mí” (Gal 2,20), y añadirá textualmente, a continuación, estas expresivas palabras: “La didáctica de la cristología deberá, pues, enseñar a aprehender a Cristo con la ayuda de la lectura de la Escritura sostenida en una buena exégesis, con la ayuda de una historia crítica del dogma, con la ayuda de las formas litúrgico-sacramentales donde se ofrece su presencia sobrepasando el mero pietismo devocional, y con la ayuda interpelante de los signos de los tiempos, leídos de la mano tanto de las referentes culturales, como de los maestros de espiritualidad, los del pasado y los del siglo XX” (53)

José Carlos Martín de la Hoz

Francisco García Martínez, El Cristo siempre nuevo. La posición del contexto en la cristología, ediciones Sígueme, Salamanca 2019, 237 pp.