Una familia normal

 

Hace unos meses le pregunté a Carlos Chiclana, uno de esos grandes psiquiatras que curan, cuales serían las características de una persona normal. Enseguida asentó: aquel que se acuesta con agradecimiento y se levanta con esperanza.

Una dosis de auténtica normalidad le vendría bien a la protagonista de la última novela de Tina Amodt (Askoy, Noruega 1985), una escritora noruega de prestigio, quien ha narrado con grandes dosis de realismo su profunda crisis matrimonial y amorosa con su pareja lesbiana después de que ambas tuvieran un hijo por inseminación (cada una de ellas fue fecundada in vitro). A partir de ese momento llega la quiebra o crisis de crecimiento en el amor y en la construcción de una familia: el crecimiento de los hijos, el cambio de casa, la vejez de los padres de cada una de ellas, el problema del desempleo de una de ellas, en definitiva, el paso del amor de recién casados al amor de madurez.

Hay que agradecer a la autora del libro su extraordinaria sencillez y honradez para narrar lo que ve, lo que siente, lo que empieza a nacer en su interior, sus luchas y desconciertos, sus intentos de compenetración y de buscar la maduración.

Resulta de un gran interés comprobar cómo sigue preocupando a una pareja de este tipo el grado de “normalidad” con el que viven sus relaciones familiares, profesionales, de amistad, sociales, etc. Evidentemente, la sociedad, y más la escandinava, ha dado un salto gigantesco en normalizar muchas cosas, pero sigue siendo, según narra la autora del libro, causa de muchos sobresaltos, tensiones en el ambiente y, en definitiva, escasa “normalidad en la práctica”.

Especialmente interesante resulta la extraordinaria facilidad con la que se interrumpe la comunicación en la pareja y, más, entre mujeres jóvenes del norte de Europa, con tendencia habitual al ensimismamiento y a recibir las cosas a través de terceros y por esa hendidura comienzan las rupturas que, según manifiesta la autora suelen darse con gran rapidez: “tenia que concentrarme. Dejar de pensar en eso, ser cariñosa, comportarme con normalidad, decir las cosas que solía decir. Si lo conseguía, pensé, tal vez aún hubiera esperanza. Tal vez pudiera encontrar el camino de vuelta” (9).

La frase más repetida en esta novela es “normalidad”. Por eso muchas veces pensará: “nuestra familia no era como las demás, por mucho que nos empeñáramos, por muy bien que se me diera esconder los pensamientos que me asaltaban desde que nació el bebé de ella” (64). Poco después terminará por afirmar: “Ninguna persona en su sano juicio dice: la diversidad está bien, pero un buen padre es el mejor regalo que se le puede hacer a un niño” (72).

Indudablemente, la frialdad de una vida sin Dios que es el origen del amor y que nos ha comunicado que es amor, dificulta enormemente el desenvolvimiento natural y normal de la vida de relación. Es importante fundamentar el hogar en el amor de Dios.

José Carlos Martín de la Hoz

Tina Amodt, La otra madre, ediciones Tránsito, Madrid 2025, 349 pp.