Una mujer a quien amar

 

Esta magnífica novela de Theodor Kallifatides (Grecia 1938) redactada en Suecia donde emigró en 1964, se adentra en un tema básico de la vida humana: “sin amor no se puede vivir y sin familia no hay quien aguante”, por eso atrapa al lector desde las primeras páginas.

Theodor Kallifatides describirá magistralmente el ambiente en Estocolmo en los años setenta del siglo pasado, entre refugiados del mundo entero: Grecia, Serbia, Albania, Polonia, Rusia, Chequia. Los temas de conversación serán los básicos: las ayudas entre ellos, el aprendizaje de la lengua, el amor, la amistad.

Enseguida, se detendrá a recordar sus orígenes como escritor y como redactor de novelas en sueco tras abandonar la lengua materna griega. Efectivamente, una aventura considerable tendiendo en cuenta la escasez de recursos que poseía en aquel momento.

La línea conductora de estos relatos será el amor de Olga una mujer joven sueca de 19 años, unos menos que él, que terminará por aparecer y desaparecer de su compañía durante treinta años, pero nunca de su vida, de ahí el título de una novela que aparece como autobiográfica y que concluirá en el comienzo mismo de ella con el sencillo velatorio del cadáver de Olga.

La novela es realista y se centrará en el carácter y el atractivo arrollador de una mujer sueca que sorprende y encandila profundamente a un hombre griego mediterráneo de izquierdas y de vuelta de la vida con treinta años.

El recuerdo de Theodor Kallifatides es muy vivo: “Como no podíamos ser amantes nos convertimos en amigos” (40), de ahí que puedan aparecer otras mujeres en escena, pero nunca nadie como Olga. Porque ella enamoraba con su generosidad en los detalles infinitos.

En el transcurso de la novela hay un eco lejano a la Biblia y a párrafos de la Escritura grabados en el ama que dan sentido a la búsqueda de la belleza, de la felicidad, de Dios sin saberlo.

También, aparece con enorme naturalidad la familia mediterránea, de siempre, grande, amplia, con primos, sobrinos, cuñados, niños y mayores, bromas y recuerdos de siempre, de los de siempre.

Efectivamente, el amor total y rejuvenecido hubiera sido el camino para acabar encontrando a Dios y a la felicidad, pero ese amor quedaba postergado por el miedo a comprometerse en una relación total con Dios y con las criaturas. El miedo reaparecerá para narrar el miedo a la muerte, pero esta vez será compartido en la amistad.

José Carlos Martín de la Hoz

Theodor Kallifatides, Una mujer a quien amar, Galaxia Gutenberg, Barcelona 2025, 155 pp.