Una vida plena y fecunda

 

Con este significativo titulo presenta el prestigioso profesor y escriturísta de la Facultad de Teología de la Universidad de Navarra, Juan Luis Caballero, la obra colectiva que ha coordinado y dirigido, con motivo del cincuentenario de la publicación de la Encíclica de san Pablo VI, Sacerdotalis coelibato, (1967), sobre el don para toda la Iglesia católica que supone el celibato sacerdotal.

Los trabajos que se editan ahora ya habían ido apareciendo publicados en los últimos números de la revista Scripta Theologica de la Facultad de Teología de la Universidad de Navarra, pero el hecho de editarlos juntos y con un estudio de la propia Encíclica, con una presentación de la misma, añade un efecto de unidad temática al conjunto y hacen más atractiva su lectura.

Deseamos resaltar en primer lugar, la sugerente afirmación del profesor Aranda, cuando al presentar la encíclica de san Pablo VI sobre el celibato afirmaba la conveniencia de conservarlo después de tantos siglos: “tras aquella conveniencia hay un trasfondo teológico más profundo, sobre el que debemos seguir razonando” (82). Enseguida añadirá, hablando de la historia de la santidad: “el empeño mantenido por la Iglesia y el continuado compromiso vocacional al ministerio de tantos jóvenes y célibes en todos los rincones de la tierra y en todos los tiempos” (83).

Páginas después, será el profesor Touze quien audazmente relacionará, siguiendo a Benedicto XVI, el celibato y la eucaristía: “Es precisamente mediante su celibato como el sacerdote aprende concretamente la «lógica eucarística de la existencia cristiana»” (125). A lo que añadirá: “para crecer (y no solo envejecer) en el celibato, los sacerdotes pueden tratar de abrir sus existencias particulares a Dios todopoderoso volviéndose a Jesucristo, presente en la vida de la Iglesia y de sus ministros especialmente en la Eucaristía” (129). Y, concluirá: “Sabe que es célibe para amar, y que en cada Misa vuelve a la escuela del amor con las fuerzas que recibe en el sacramento” (131).

Más adelante, el profesor Wenceslao Vial, unirá los aspectos humanos y divinos de la vida cristiana, con particular destreza y elegancia, recordando algunas facetas de la psicología humana. Precisamente abordando el cultivo de la vida cristiana, como la tarea propia de la santidad, es decir, la construcción de una sólida y fuerte “unidad de vida, aparecerá la autenticidad que mana de la persona”. Por tanto, es preciso conocernos a nosotros mismos y, sobre todo, conocer a Dios a quien deseamos amar y con el que deseamos identificarnos.

Enseguida, volverá al eje central del cristianismo que es la virtud de la caridad, y el profesor Wenceslao Vial subrayará que “sin amor no se puede vivir” (167), a lo que añadirá que todos estamos llamados al amor a Dios y a los demás, pues “la vocación se aprecia como un encargo originario, donde el éxito estará en ser fieles a ese proyecto de amor” (179).

José Carlos Martín de la Hoz

Juan Luis Caballero (Ed.), El celibato cristiano. Una vida plena y fecunda, ediciones Palabra, Madrid 2019, 221 pp.