Ver el mundo con claridad

 

El presente volumen que ahora presentamos recoge diarios y cartas del autor redactados entre 1914 y 1939 y tienen diversa procedencia y coordenadas históricas. Sirven indudablemente para conocer el pensamiento de Ludwig Wittgenstein (Viena 1889-Cambridge 1951) uno de los filósofos más interesantes del siglo XX.

En principio, Wittgenstein, es el filósofo del lenguaje y de la precisión en el lenguaje, por eso resalta más el título otorgado al trabajo: “ver el mundo con claridad”, pues en realidad lo que parece por la lectura es ver el mundo por la lógica del lenguaje.

De hecho, entre las primeras preguntas que se hace nuestro autor es “en qué se basa nuestra confianza” (15) y las siguientes páginas demostrarán que Wittgenstein en lo que confía es en la lógica ontológica y en la ontología de la lógica. Por eso cuando estuvo en las montañas de los Alpes austriacos dando clase como maestro, lo primero que hizo fue hacerles un diccionario con 500 palabras esenciales para poder seguir sus clases de magisterio.

Enseguida subrayará la importancia de que el lenguaje coincida con la realidad: “Una proposición sería verdadera o falsa si coincide o no con la realidad” (26), por tanto, parece seguir el concepto de santo Tomás de la verdad “como adecuación del intelecto a la cosa”. Ahora bien, se preguntará: “¿Cómo adecuar los signos escritos en un papel con el estado de las cosas?”. A lo que afirmará a continuación: “la proposición es un modelo de la realidad tal y como la imaginamos” (29). Es decir, no está convencido que sea exacta la afirmación tomista.

Enseguida entenderemos lo anterior con la siguiente anotación: “la proposición es la imagen lógica de un estado de cosas” (36). Esto ya nos va indicando la importancia de contar con otras proposiciones y otras personas para poder acercarnos a la realidad compartiendo punto de vista y proposiciones. Todo ellos si partimos del mismo grado de penetración del entendimiento. Finalmente dirá claramente: “la proposición es verdadera si existe aquello que representa” (37).

La siguiente afirmación es más clara: “la conexión lógica, naturalmente debe ser posible entre las cosas representadas, y esto siempre será el caso si las cosas están verdaderamente representadas”. Y enseguida añadirá: “Es importante notar que dicha conexión no es una relación en sí misma, sino simplemente la existencia de una relación” (38). Por ejemplo, nos dirá: “mostrar, mediante muñecos de combate, cómo se debe pelear” (40).

En otra anotación, días después, señalará una conclusión muy clara: “al estudiar estos problemas, parece como si ya hubieran sido resueltos, y esta ilusión surge porque los problemas a menudo se escapan por completo” (43). Es divertido lo que afirma enseguida: “Mi dificultad es solo una: una dificultad enorme para expresarme” (52). Por eso dirá al final de sus diarios: “¿no hay un ámbito fuera de los hechos?” (56).

José Carlos Martín de la Hoz

Ludwig Wittgenstein, Ver el mundo con claridad. Diarios y cartas (1914-1939), Alquimia ediciones, Madrid 2025, 116 pp.