Hace muchos años leí una fantástica y pormenorizada narración de la vida del ínclito fraile dominico Bartolomé de las Casas que terminaba justamente en el momento posterior al famoso sermón de Montesinos el cuarto domingo de adviento de 1511 en la Isla de la Española. Es decir con la conversión y la vuelta a vivir la vocación sacerdotal en profundidad y, de hecho, al retiro espiritual con el que se preparaba para entrar en la Orden de Predicadores.

Me ha recordado esa semblanza interrumpida de Las Casas en el momento más emocionante de su vida, la lectura de la reedición de la obra mística del religioso, sacerdote y poeta de la Teología de la liberación, el nicaragüense, Ernesto Cardenal (1925-2020).

Publicada por primera vez en 1966, es decir, unos pocos años después de haber tenido que abandonar la Trapa de Kectucky en 1956, por motivos de salud y en el mismo año de haber fundado en Nicaragua la comunidad contemplativa de Solentiname, en el archipiélago del mismo nombre, e inspirada en las ideas del mismo autor que realiza ahora el prólogo de la obra: Thomas Merton.

La reedición de la obra mística de Ernesto Cardenal, recientemente fallecido, es una sencilla manera de homenajear en positivo lo más salvable de quien fue ministro del gobierno sandinista, poeta y representante de la teología de la liberación pues, al menos, se recoge su oración lúcida antes de entrar en una etapa confusa de su vida como fue la militancia en un bando político empapado de una filosofía utópica y aplicada después en una teología sin sentido, como fueron los presupuestos marxistas de ciertas teologías de la liberación.

Efectivamente, la violencia nunca es a apta ni para vencer ni para convencer y a la violencia de un signo, los cristianos hemos de responder siempre con el dialogo y la transformación de las situaciones injustas mediante la oración el trabajo abnegado y silencioso sin caer en la tentación de devolver el mal con el mal que sería el uso o el apoyo de la violencia.

El ejemplo de san Juan Pablo II y tantos pastores de almas que sufrieron la represión de los países marxistas en los años del telón de acero comunista con las terribles y capilares persecuciones quedarán como un contraejemplo para las desconcertantes teorías de algunas teologías de la liberación en latino américa.

Precisamente, en estos años y como impulso de san Juan Pablo II se ha ido recabando los datos de los mártires del siglo XX de la persecución comunista en Europa y en América y ya han comenzado a proclamarse procesos de beatificación por martirio e incluso de canonización por la constatación de la prueba del segundo milagro como en el caso de san Oscar Romero (1917-1980), el arzobispo mártir del Salvador, asesinado por odio a la fe el 24 de marzo de 1980 que fue beatificado el 23 de mayo de 2015 después de un detallado proceso de beatificación por martirio y de su canonización en Roma por el papa Francisco el 14 de octubre de 2018.

José Carlos Martín de la Hoz

Ernesto Cardenal, Vida en el amor, ediciones San Pablo, Madrid 2021, 169 pp.