Luis Mateo Díez, después de algunas novelas inolvidables como Los frutos de la niebla, El árbol de los cuentos, Las estaciones provinciales, Camino de perdición , Fantasmas de Invierno o El fulgor de la pobreza, deja el mundo de la ficción para adentrarse en el relato autobiográfico. Un libro conmovedor sobre la experiencia de la muerte y sus dominios. Un libro sobre el sentimiento de la pérdida de la mano de uno de mejores novelistas españoles.
«Los muertos abundan en mis ficciones. También la experiencia imaginaria de la muerte, y el sentido simbólico de la extinción y las desapariciones. Hay en mis novelas muertes muy variadas y muertos que encuentran un destino fantasmal, desahuciados de la vida y náufragos en un más allá de soledad y aburrimiento. Ahora he sentido la necesidad de rememorar, en un recordatorio, a mis muertos familiares, a esos seres queridos con que todos contamos entre las ausencias más irremediables. Este relato está escrito desde la inmediatez de unas muertes familiares que, de nuevo, auspiciaron la difícil disyuntiva de la imposibilidad de entender la muerte y la necesidad de comprenderla. Acostumbrado a la ficción de la muerte, el novelista asume la huella imborrable de la muerte verdadera, y apenas le queda, en esa disposición del consuelo, el modesto poder de una escritura que intenta esparcir para los demás las emociones y los sentimientos de las pérdidas que todos sobrellevamos.»
Comentarios
A raíz de la muerte de su sobrina Sonia a finales de 2007 y de la de su cuñada Charo seis meses después, el autor cuenta algo de sus vidas y de las de otros parientes y reflexiona sobre la muerte, con dolor y con serenidad quizá más estoica que cristiana, pero con un gran afecto hacia ellas y otros parientes. Prosa cuidada y exquisita como es propio de este autor leonés.