La acción la protagoniza un guardabosques joven que, junto con una cuadrilla de compañeros, pasa su vida en una zona boscosa de las estribaciones de la gran cordillera que limita la frontera de un país que bien pueda ser Italia en el primer tercio del s. XX. El aislamiento del grupo en el borde de altas cumbres apenas conocidas, tan solo mitigado por las visitas que realizan a S. Nicol, el pueblo más cercano, hace que el transcurrir de la existencia apenas esté marcada por las imposiciones de la naturaleza y la climatología. Hasta que un día comienza a aparecer un grupo de bandoleros que, al estímulo del polvorín allí establecido para la construcción, luego abandonada, de una carretera dejan el temor de nuevas visitas.
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Escrita en 1930, es su primera novela y aunque no tiene aún el aire metafísico y simbólico tan propio de su obra más madura, sí que apunta ya la preocupación por el transcurrir del tiempo, la simbología de los grandes espacios inhabitados e inhabitables, el acecho de un enemigo más allá de la frontera de lo dominado y la creación de un ámbito de inquietud y desasosiego que parece traslucir la preocupación existencial por el sentido de la vida. El tiempo y el espacio, sobrecogedores, inasibles y dominantes dan sentido a unas existencias que viven solas en su conjunto y también son los puntos de referencia obligados de los sentimientos y pasiones que entre ellos puedan surgir en una trama de acontecimientos sencillos que protagoniza el joven Bàrnabo.( de Ángel García Prieto)